Xiomara
—¿Quién pumpe años hoy?—dice papá entrando con un pastel en manos.
Las mañanitas de cepillin suenan de fondo.
Esa era una de las razones principales por las que amaba mi cumpleaños.
Sabía que mi padre entraría en mi habitación para llenarme de besos y desearme un feliz cumpleaños.
—¡Yo!—respondí animadamente.
Hacer eso esto de las mañanitas era una tradición que hacían mis dos padres.
Cuando mamá leona vivía, ella cargaba con unas coronitas que hacía con sus propias manos. Siempre las personalizaba según los gustos que mi hermano y yo íbamos teniendo cada año.
Al año siguiente de la muerte de mi madre, cuando papá león entro por la puerta con el pastel y las mañanitas, me solté a llorar.
Mamá no estaba a su lado con mi corona especial en las manos.
Tampoco estaba para llenarme la cara de su labial rojo por todos los besos que me daba.
Mi padre solo me había abrazado y me daba palabras de aliento diciendo que mamá hubiera querido que yo siguiera disfrutando mis cumpleaños sin dejar que los recuerdos tristes me lo impidieran.
La tradición de despertar con las mañanitas de cepillin siguió incluso en el último cumpleaños que celebré con el hombre más importante de mi vida.
Recuerdo que mi último pastel hecho por él, había sido un cheescake.
Si de por sí celebrar mi cumpleaños sin mamá era una tortura, cuando mi padre falto...simplemente no lo pude soportar.
Les prohibí a mi hermano y a mi abuela despertarme en la mañana de mi cumpleaños de la manera en que lo solían hacer mis padres.
Con Danilo sí seguimos aplicando la tradición familiar por pedido de él. Decía que era una de las pocas cosas que recordaba con claridad de cuando mamá vivía.
Me despierto entre pequeñas lágrimas en los ojos.
De manera inevitable miro hacia la puerta de mi habitación, teniendo la vaga esperanza de que mis padres entraran por ella.
Recuerdo a un pequeño Danilo de seis años entrando mientras sostenía una flor con una mano y la otra estaba entrelazada con la de nuestra madre. Ella traía una corona con temática de Mulán, mientras que mi progenitor sostenía un pastel de vainilla con una vela del número ocho.
Ese fue el último cumpleaños que pasamos en familia.
Simba parece sentir mi tristeza y se acerca a frotar su mejilla contra la mía en un intento de consolarme.
—Los extraño, Simba.—lo abrazo mientras suelto más lágrimas.—Me hacen tanta falta.
Mamá leona murió un día después de mi cumpleaños
Es mi jodida culpa que ella haya muerto ese día.
Si no hubiera insistido con salir ese día por mi helado, mamá todavía estaría aquí. No habría muerto en mis brazos por ese disparo.
Dejé a mi padre sin el amor de su vida y a mi hermano sin una madre.
Ni Danilo ni nadie más de mi familia, sabe cómo me siento respecto a la muerte de mi mamá. Sé que no lo entenderán, me dirán que no es mi culpa y eso es una vil mentira.
Es mi puta culpa.
Yo maté a mamá leona.
Desde que era niña adquirí el hábito de quedarme callada y guárdame todo lo que siento.
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Mafiosa Mexicana
RomanceAmbos se unieron con un solo objetivo: derrotar a su enemigo. Pero nunca pensaron que en el camino sucediera algo más. Ambos con un pasado trágico. ¿Será su dolor el que los una?. ¿Podrán sanar sus heridas?