LA HERRERA

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Siempre me han dicho que estoy mal de la cabeza, pero después de ese golpe creo que finalmente perderé la cordura

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Siempre me han dicho que estoy mal de la cabeza, pero después de ese golpe creo que finalmente perderé la cordura.

-Ouch, eso dejará una cicatriz. -Es lo último que escucho decir a Laidir riendo antes de perder la conciencia.

Cuando por fin abro los ojos estoy recostada de la pared de madera de la cabaña de mi padre y mi hermano Ghille está a mi lado, me cubre con una manta y me transformo bajo ella.

-Un día de estos Laidir te causará una herida mortal y entonces nuestro padre...

-Nada me pasará. -Trato de levantarme, pero aún estoy mareada. Esta vez me golpeo fuerte.

-No deb... -Empezó a decir, pero se detuvo- No deberías hacer esto por mí.

-Soy una loba -Gruñí-, nací para pelear.

Aunque lo que debería decir es que soy una que no se transforma tanto como es requisito para curarme con rapidez; y eso me hace pensar como hizo mi hermano para llevarme hasta la casa en mi forma de loba.

-Pero Gealach... -Sujeto ambas manos de mi hermano con una de las mías y él deja de hablar.

Ghille sabe que lo que más deseo es trabajar con el acero y otros metales, en especial para forjar espadas; sí lo sé es algo indigno para una loba, pero es lo que me gusta, aunque si dudarlo lo dejaré de lado para pelear si así logro salvar a mi hermano de una muerte segura. 

Mi nombre es Gealach y pertenezco al clan de hombres lobo de Noamh, uno de los más grandes y poderosos; nuestro territorio colinda al sur con el rio Olc que es una frontera natural con otras naciones y que hace más de treinta inviernos contribuyó a mantenernos con vida, ya que, hubo una gran guerra que terminó con la destrucción de todo lo que había del otro lado convirtiéndose en un lugar infértil y muerto.

Los sobrevivientes de aquella guerra migraron hacia otras partes del continente buscando unirse a otras naciones de los suyos, pero algunos no concebían alejarse de las tierras que los vieron nacer así que pidieron refugio a los clanes de lobos, en Gorm no fueron bien recibidos, sin embargo, nuestro Alfa Uachdrach de Noamh fue benevolente y aceptó a quienes probaran ser merecedores de ese derecho.

Así los elfos trajeron consigo ciencia y magia; los enanos nos ayudaron a conseguir nuevos metales y nos enseñaron sus artes para forjarlos, pero con los seres humanos aunque eran trabajadores la incomodidad se respiraba en el aire.

Según me cuenta mi padre no existió en un principio división de grupos en las comunidades, había muchas que eran habitadas por elfos, enanos, lobos y humanos por igual, pero cuando estos últimos empezaron a demostrar su naturaleza usurera y que no conocían más lealtad que a sí mismos el resto de los refugiados también llamados Cein se negaron a cohabitar con ellos, sin embargo, había algo en lo que eran mejores: el comercio, así que durante años sus lideres supieron negociar cuantiosas sumas en concepto de rentas.

La luna del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora