LA PROFECÍA

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He trabajado sin descanso por cuatro días fabricando todo tipo de armas, mi padre por su parte ha analizado el metal que tenía encajado el soldado, pero no lograba identificarlo aunque sí habíamos descubierto que a los enanos y elfos no les causa ...

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He trabajado sin descanso por cuatro días fabricando todo tipo de armas, mi padre por su parte ha analizado el metal que tenía encajado el soldado, pero no lograba identificarlo aunque sí habíamos descubierto que a los enanos y elfos no les causa la misma reacción que a los lobos, porque en uno de sus experimentos mi padre se cortó y fue tan simple como con cualquier cuchillo, yo tomé el trozo de hierro he hice lo mismo y la herida aún permanece allí, se negaba a sanar.

-Ella es más útil aquí que en campo de batalla. -Discutía mi padre con enojo.

Yo estaba en el bosque recogiendo leña, pero corrí a la casa porque estaba segura de cual era la causa de su agitación, Laidir fue ascendido a general como era de esperarse y nos había informado que fui solicitada para trabajar en el frente, no tendría que estar en el campo de batalla, pero me necesitaban junto a otros herreros enanos para reparar las armaduras y proporcionar más armas.

-Debe haber algo más que hacer, puedo ofrecerme para ir en su lugar.

Mi padre y mi hermano estaban sentados en unos troncos fuera del taller.

-La conoces padre, ella estará bien.

Al día siguiente me despedí de mi familia y les prometí que pronto estaría de regreso, pero dentro de mí no estaba segura si podría cumplirlo.

No sabía que encontraría en el campamento, pero si algo era seguro es que no me esperaba ver al heredero entre las filas de los soldados, creí que no me reconocería, pero mientras hacía un recuento de los hechos nuestras miradas se cruzaron y él asintió, me había dado las gracias por pelear a su lado aquella noche y esperaba que no dudara de mi lealtad.

-A pesar de que no hubo filtración en la zona del cañón las tropas de nuestros enemigos sí pasaron por la frontera del rio en el pueblo de Olc, replegarnos es la mejor forma de defendernos, por lo tanto este campamento será nuestro bastión, no puede caer pues sí los dejamos pasar de aquí estaremos en gran desventaja.

El heredero había ordenado desocupar todas las aldeas cercanas y que cada habitante fuera acompañado por soldados a la zona que él designó para refugio, su hermano por otro lado se quedó para defender las murallas que años atrás se habían construido para rodear la aldea principal del clan.

Una vez terminó el discurso regresé junto a los enanos al taller improvisado que construyeron para los herreros, la luna estaba llena iluminando la totalidad el área y causando que todos los lobos no sintiéramos con vitalidad.

-Dicen que el heredero esta planeando que una pequeño grupo se traslade a Olc para evaluar cuantos humanos están ocupando el área. -Comentó un elfo entrando al taller.

-Deberíamos atacar, es lo que la mayoría piensa. -Declaró el mayor de los enanos.

-¿Y sí él se equivoca? a mi me parece este lugar no es bueno para un campamento estamos al descubierto. -Declaró una mujer elfo.

Sin que yo me diera cuenta habían Cein y lobos congregados en el taller, pero sus conversaciones no me importaban, terminaba de darle filo a unas espadas para ignorarlos y me dejé llevar por mis pensamientos.

-Gealach, Gealach...

Un lobo puso su mano en mi hombro y mi reacción exagerada como siempre fue dirigir la hoja de la espada que sostenía a su cuello de forma instintiva, él levantó las manos en señal de rendición.

-Baja la guardia un poco Gealach, solo te preguntábamos si Talantach te ha informado algo sobre el metal que ha estado matando a los nuestros.

-No ha averiguado nada.

-O quizá solo no quiere decirlo.

-Espero que no estés insinuando lo que creo.

-Todos aquí de una u otra manera lo pensamos Gealach, solo un enano puede tener conocimientos sobre metales y no creemos que exista alguno que ellos no hayan usado ya.

Aquellos machos llevaban días deseando probar el filo de mis espadas, entorpecían mi trabajo, me juzgaban por ser una hembra con mayor capacidad que ellos, pero hablar de mi familia y su lealtad a nosotros, a mí, era algo que no permitiría.

El acero chocando llenó el silencio de la noche la pelea se trasladó a un claro, sabía que no podía dejarme llevar por la ira porque transformarme en un momento como ese con luna llena causaría grandes daños al lugar y probablemente yo sería fuertemente castigada, pero pelear en  con espadas no sería más que un aliciente o distracción para el resto, y sí lograba ganar sentaría una reputación para que nadie más se atreviera a molestarme.

Mi espada era de las que forjaba para los elfos, livianas, pequeñas, pero certeras y mortíferas, mi intención era lastimar, no matar, así que después de cansarlo un poco prácticamente para todos era evidente que jugaba con mi oponente.

De repente caí al suelo, un fuerte dolor se instaló en mi pecho, él intentó aprovechar la situación, pero uno a uno fuimos arrojados ante la mirada atónita de cada Cein presente, aquella sensación de desasosiego se esparció por el campamento y el príncipe salió de su tienda contrariado.

Aquel olor que antes podía sentir levemente emergiendo de Ridire inundó de golpe el área, el príncipe se transformó y su tamaño creció al menos un metro, su aullido nos hizo lamentarnos a todos y de golpe su dolor se distribuyó entre los lobos presentes y tal como nuestro nuevo alfa todos lloramos la perdida.

Sí alguien tuvo dudas en algún momento de que Ridire era el alfa elegido por la luna de sangre se disipó con aquel aullido y el lazo que nos ató de inmediato a nuestro líder y yo esperaba que con eso los detractores renunciaran a su intención, pero no podía pasar por alto que hay más de una forma de convertirse en alfa y luchar cuerpo a cuerpo para derrotarlo continuaba siendo una posibilidad para quienes quisieran acabar con la profecía.

La luna del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora