EL LAZO ENTRE UN ALFA Y SU LUNA

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En el campamento quedaron apenas algunos niños y un grupo de los mayores que no podían pelear entre ellos mi padre, estaría más tranquila dejándolo al cuidado de ellos o sabiendo que él estaría cuidado.

Nos dispersamos por el bosque teníamos un plan cuidadosamente trazado, habían zonas de la muralla por la que se podía ingresar, ya que, jóvenes que buscaban escabullirse para disfrutar de aventura o noches lujuriosas habían creado pequeñas fisuras que hacían débil la seguridad, teníamos algunos de ellos entre nuestros guías y así planeábamos infiltrarnos poco a poco, pero no contábamos con la imagen que recibimos al llegar.

Había cientos de Cein y lobos atados en postes en la parte externa, algunos de ellos llevaban collarines como los que usaban el Alfa y la Luna Gorm, seguramente era para impedir que se transformaran y dieran batalla.

<<Sin duda debe haber arqueros>>

<<Necesito que te transformes y des nuevas directrices al grupo>>

Así lo hice, nos comunicamos con algunos de los atados quienes nos ayudaron a escabullirnos distrayendo y en un momento un soldado disparó una flecha que mato a uno de ellos.

-Dejen de hacer ruido -Gritaron desde la muralla.

Al menos cincuenta de los nuestros habían logrado ingresar cuando eso ocurrió, la espada atada a mi pata parpadeo, era como si se comunicara con mis sentimientos, pero ellos no se callaron, empezaron a gritar y decir cientos de improperios, así los humanos los mataban uno a la vez y Ridire me empujó con el hocico para hacerme correr, era otro sacrificio que debía vengar.

Entramos al palacio, detecté lobos en los corredores, nuestros aliados estaban afuera así que estos debían pertenecer a la manada de Gorm, pero cómo seguía controlándolos si Gaol no estaba con vida ya.

Fuimos directo al laboratorio de Tuigseach, allí nos dijo que encontraríamos algunas de aquellas bolas que explotan bajo un viejo tablón y serían una ayuda extra para pelear, pero en ese lugar encontramos algo mucho más importante.

Ard-Ámas discutía con un hombre mientras la Luna de Gorm se mantenía conectada a unos tubos que continuaban extrayéndole sangre lentamente.

-Debes mantenerla con vida. -Gritó.

-Mi señor, ella ya esta muy débil, no soportará más.

Un elfo temblaba bajo la mirada iracunda del Alfa de Gorm.

-Ya di mi cuota de sacrificio a está causa, ella quería tanto como yo que fuéramos los soberanos de estas tierras para así conquistar las demás, mientras no logres separar el lazo que nos une ella no puede morir, me has escuchado -Estrelló la cabeza del hombre de orejas puntiagudas contra la mesa, luego se acercó a su Luna y acarició su mejilla- Cuanto me duele verte así, pero no debiste ser tan débil, si tan solo fueras como la Luna de Naomh es una loba con valor y pasión, cuando la encuentre finalmente tendré la compañera que me merezco ya falta poco para que él logre desatar el lazo que nos une y luego con este mismo hechizo podré robarla a ella para mí.

Vi la garganta de mi Alfa moverse y luego de ella salió un sonido aterrador, se dejó gobernar por sus instintos e irrumpió en el laboratorio, Laidir entró junto a él y mató al elfo que estaba en la habitación.

Ridire encaró a Ard-Ámas quien en vez de transformarse sacó un espada con la cual intentó cortarlo.

-Has arruinado mis planes Ridire, -Gritó viendo al elfo muerto- Aquella hermosa loba de pelaje blanco morirá ante tus ojos, si no puede ser mía entonces la veras morir.

Mi Alfa estaba perdiendo el juicio, su bestia tomaba control de sus actos y yo no podía dejar que eso ocurriera, me transformé tomé mi espada y se la lancé a Ridire él la empuñó justo en el momento en que Ard-Ámas lo atacaba y repelió su golpe.

-Iré por la Luna de Gorm, cúbreme -Le ordené a Laidir quien montó guardia en la entrada del laboratorio.

No estaba del todo segura de liberarla, no sabía que tan buena o mala era ella, así que hice lo que Ridire siempre me pedía me acerqué a ella y la olfatee, los aceros chocando no me dejaban concentrarme con facilidad, temía que mi Alfa fuera herido y no sabía que tan fuerte era mi arma, pero finalmente detecté las emociones de la hembra frente a mí sentía miedo, decepción, frustración, se había dado cuenta que había sido engañada y usada, eso era suficiente para mí.

Una vez terminé de liberar a la Luna la coloqué sobre Laidir y le pedí que la llevara afuera, el gimió y escuché más espadas, aullidos y gritos se esparcían a lo largo del castillo la batalla ya había empezado.

Volví al cuarto para buscar las bolas explosivas, eso nos daría ventaja, pero me congelé al ver que Ard-Ámas alcanzaba con su filo el brazo de mi Alfa y aullé captando su atención.

-Y tú maldita Luna puedes ser fuerte, pero también eres estúpida matarla era la forma más rápida de acabar conmigo. -Se rio-, y ahora pagaras por tu buen corazón dirigió su filo hacia mi Alfa, pero mi deseo de protegerlo era tan grande que una gran barrera invisible que emanaba de la espada lo cubrió repeliendo el golpe.

-Ridire -Corrí a su lado y Ard-Ámas aprovechó la oportunidad para huir.

Una ola que emanó de la espada recorrió el brazo de mi Alfa envolvió su herida y la curó, mi sangre era su protección, lo curaba y le renovaba las energías.

-Creo que esta espada es mi salvación -Sonrió de forma encantadora- Ahora debemos ir tras él.

Se transformó en lobo y me hizo subir a su lomo, recorrimos los pasillos hasta llegar al gran salón central allí estaba Ard-Ámas con un hombre de cabello corto negro, ojos claros y mirada sanguinaria, bajé de mi Alfa que se colocó en pose protectora a mi lado y empuñe mi espada.

-Gracias por ahorrarme la molestia de cazarlos a través del bosque como las libres cobardes que son. -Soltó el hombre con desdén. -Arqueros.

Una lluvia de flechas llovió sobre nosotros que fue repelida por mi escudo, de inmediato nuestros soldados también llegaron al lugar y atacaron a sus arqueros, en igualdad de condiciones Ard-Ámas soltó su espada y se transformó en un temible lobo gris.

<<Ten cuidado>> 

Fue el último pensamiento que mi Alfa me dirigió antes de irse a pelear.

Mientras los Alfas luchaban con garras y dientes, el sonido de las espadas entre Freid y yo inundaba la sala, era más fuerte, pero yo más rápida; me escudaba entre las mesas y aunque utilizaba las artimañas que había aprendido de Laidir para intentar ganarle nada parecía funcionar, hasta que la Luna de Gorm entró en la habitación.

La luna del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora