SE ACABA LA TREGUA

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Miraba la Luna en un cielo despejado, me concentré en mi bestia interna y ella me transmitió algo en lo que no quería pensar, el fin de nuestra Luna se acercaba, a mi bestia eso solo la ponía débil e inquieta, pero para el clan significa que una n...

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Miraba la Luna en un cielo despejado, me concentré en mi bestia interna y ella me transmitió algo en lo que no quería pensar, el fin de nuestra Luna se acercaba, a mi bestia eso solo la ponía débil e inquieta, pero para el clan significa que una nueva Luna será elegida y llevará la pesada carga de la traición; yo me niego a creer en esas historias.

-Has escuchado los rumores contra el heredero. -Me preguntó mi hermano dando un trago a su bebida.

Así llamaban al hijo menor del Alfa.

-No deberías hablar de esas cosas Ghille. -Le advierto.

-Que seas una loba no te obliga a decir todo lo que escuchas.

-Si me lo pidiera mi Alfa no podría rehusarme -aclaro.

-Que triste es vivir como ustedes.

-¿Triste? soy mil veces más fuerte que tú -Sonrió y blando una espada con la que cortó un tronco en dos.

-Pero no tienes autonomía, siempre harás lo que tu Alfa te ordene.

-Eso es porque le debemos lealtad, él y nuestra Luna son los que nos dan poder.

-Qué pasaría sí cuando muera el Alfa el heredero no resulta ser el elegido.

-Según mis profesores simplemente otro lobo mostrará los signos. -Levanté los hombros con indiferencia.

-¿Cómo saben quién es su Alfa?

-Lo sentimos y según he escuchado de otros lobos que han estado en su presencia, tanto la Luna como el Alfa son capaces de irradiar sentimientos a su alrededor.

-¿Y sí el heredero muriera y no apareciera el próximo Alfa?

-Ya basta -Dejé escapar un pequeño gruñido- no entiendes de lo que hablas, sin un Alfa y una Luna el clan se dispersaría, probablemente quienes opten por volverse lobos no podrán volver a su forma humana y quienes decidan permanecer en esta forma -Señalé mi cuerpo- no se transformarán nunca más en lobos, además si yo perdiera a mi bestia... no sé, no sé si podría seguir con vida, tal vez me volvería loca. -No me había percatado que dejé salir mis garras y respiraba agitada.

-Lo siento Gealach, no era mi intención hablar contra tu Alfa, ni tu clan, es solo que...

Mi padre habló tomándonos por sorpresa a ambos.

-Cuando Rionnag me dejó a cargo de Gealach el Alfa se presentó aquí para llevarla al castillo -Me tensé yo no sabía aquello-, porque ella es una de los suyos y aunque finalmente logré que me concediera el derecho de cuidarla siempre procuró que recibiera una educación correcta, proporcionó ayuda cuando se transformó por primera vez, él carga sobre sus hombros el peso de toda el clan, siente su dolor y angustia, por eso su Luna es el balance, lo que le da cordura.

Caballos que trotaban con rapidez nos alertaron, estaba muy oscuro para que mi familia pudiera ver con claridad a la distancia, pero el olor de Laidir llegó a mí, un grupo de lobos se acercaba y llevaban un herido.

-Necesitamos ayuda. -Ladró Laidir apenas bajó de su caballo, todos usaban harapos de los que se llevan a la batalla para vestir luego de transformarnos- Una flecha ha alcanzado a uno de mis guerreros e hizo que volviera a su forma de hombre.

El metal en la punta de la flecha olía de una forma asquerosa, solo podía imaginarme lo que todos tuvieron que soportar para traerlo.

-Necesita un médico. -Intervino mi padre.

-Lo sé, pero mi grupo esta muy cansado, sé que este lugar es seguro, los dejaré aquí mientras voy al castillo.

-Pero, porque no le sacas la flecha para que se cure -Pregunté

Laidir hizo ademán de levantarse, pero inclino una rodilla en el suelo.

-Le sacamos las flechas a otros tres lobos y murieron inmediatamente, por eso decidí traerlo con Leigh.

-Yo iré al castillo. -Me ofrecí.

Laidir no era un macho testarudo, más bien uno de sus grandes atractivos era justamente que siempre veía el panorama completo, así que me dejó ir con solo una nota de su parte donde pedía ayuda.

El castillo estaba un poco lejos de mi casa, pero al transformarme en lobo cubrir esa distancia era sencillo y menos incomodo que ir a caballo. Los guardias de la entrada me recibieron y les entregué la nota, ya que, no tenía ropa conmigo entré sin convertirme, me llevaron por algunos corredores hasta llegar a un enorme comedor alumbrado por grandes candelabros.

La nota le fue entregada a un hombre de largo y lacio cabello negro y ojos grises sentí un olor particular en él, algo era diferente y cuando lo llamaron por su nombre entendí que era el heredero, el Alfa elegido por la luna de sangre.

-Envíen ayuda a la casa del herrero y un batallón a la posición que cubría Laidir, necesito que flanqueen esa zona y encuentren a los intrusos.

Incluso sin ser el Alfa sus órdenes fueron cumplidas de inmediato, luego él se dirigió a mí colocó un mano sobre mi cabeza y me rascó con amabilidad dándome las gracias por ser de ayuda.

-Yo acompañaré al grupo que irá a la herrería, necesito hablar con Laidir.

-No deberías Ridire -Negó una mujer con seriedad- Si sales del castillo corres peligro.

Él me miró directamente a los ojos y di un pequeño paso atrás por la impresión que me provocó, de repente frente a mi ojos se transformó en un enorme lobo negro, no sin antes contestar: "es mi deber"

Surcamos los bosques juntos, se sentía placentero correr en libertad, pero no podía dejar de lado que estaba en una misión, el resto de la ayuda venía en una carreta, pero los dejamos atrás con facilidad.

Cuando llegamos a la mitad del bosque fuimos atacados por otros lobos, la embestida que recibí me dejó fuera de lugar por un segundo y luego vi como otros se arrojaban sobre el heredero, pesé a no ser mi Alfa me sentía obligada a protegerlo, los detractores que pretendían poner fin a la profecía matándolo no podían ganar, él no podía morir por mi culpa, yo lo guíe a esa trampa.

Luché con ferocidad contra mi contrincante era un macho más grande y fuerte, pero yo había recibido un excelente entrenamiento y debía demostrarlo, cuando finalmente me deshice de él volví a buscar al heredero, tres contra uno debía ser una gran desventaja para cualquiera otro, pero él se defendió de manera magistral, aunque no los mató y ellos huyeron.

En vez de seguirlos él se dio la vuelta y corrió nuevamente hacía mi hogar, había cosas más importantes que algunos traidores, la guerra, por ejemplo; al llegar a casa teníamos mis mordidas empezaban a curarse y él no tenía ninguna señal de la lucha, mi padre le ofreció una manta, él se cubrió para transformarse y fue directo a Laidir.

Después de que él contó todo sobre los humanos que los atacaron con espadas y flechas hechas de aquel apestoso metal el heredero se puso de pie y pronunció.

-La tregua se ha acabado.

Con esas palabras todos los presentes lanzáramos un aullido de dolor.

La luna del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora