¿Que es el amor?

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Esa no era una pregunta que el gran y frio Naruto Namikase pudiera responder. Él no sabría cómo explicarlo, ese tema ni siquiera era de su interés, pero si tuviera que decir algo relacionado con ello diría que el amor no existe, olvidando por completo el sentimiento puro y sincero que se profesaron sus padres cuando estaban vivos.

Lo que Naruto sintió por Hinata no era amor, el reconocía que era algún tipo de obsesión inexplicable con ella pero no era amor. Bien dice el dicho "Si amas algo déjalo ir" Naruto no quería dejarla ir, la Hyuga despertaba en él un sentido de necesidad y pertenencia indescriptible que nadie nunca había hecho, el rubio no sabía lo que era ser posesivo hasta que se dio cuenta el dominio que ejercía sobre Hinata, ella era suya, había nacido para él y tenía el derecho de hacer con ella lo que quisiera, esos pensamientos firmes lo llevaron a tenerla sin miramientos, sin pensar en cómo se sintiera ella, sin importarle si quería o no lo que le estaba haciendo. Solo espero en su satisfacción y placer a costas del exquisito cuerpo de la joven. Sin preeverlo ni desearlo el hambre y el deseo por ella aumentaron cada vez mas sin poder ser saciados.

Se apropió de Hinata en todo el sentido de la palabra, tenerla lo hacía parecer un niño pequeño con juguete nuevo, pensó que se aburriría prontamente de ella como lo hacía con todas las mujeres que alguna vez habían pasado por sus sabanas, pero para su sorpresa no fue así, con cada beso que estampaba sobre su piel, con cada caricia, con cada suspiro que salía de sus sonrosados ​​labios se encaprichaba más y más con ella, y tal y como un niñito egoísta no quería compartir su más preciado juguete, Naruto mantener quería a la ojiperla solo para él.

Le prohibió salir, le prohibió hablar con otras personas, le seguramente esperarlo despierta todas las noches y le seguramente nunca llevarle la contraria si es que no quería ser castigada, la pobre chica se vio forzada a obedecerle sin replicar viéndose obligada a complacer sus demandas.

Como resultado su relación matrimonial parecía perfecta a pesar de que era una relación basada enteramente en sexo cosa que no era mal vista pues ambos eran marido y mujer, inexplicablemente Naruto comenzó a notar ciertos detalles de Hinata que había ignorado, por ejemplo, el hecho de que ella tarareaba frecuentemente cuando estaba distraída o que ella amaba usar productos con olor a lavanda, a veces la ojiperla solía mirar las estrellas como deseando poder tocarlas, el cuerpo de Hinata era muy suave, su lugar más sensible era la oreja, las marcas sobre su piel llegaban a durar más de 2 semanas, ella siempre se comportaba de manera servicial y amable, le encantaba dar paseos por los jardines, regar las plantas, presionar flores y solía llorar con facilidad al leer libros o ver películas de tragedia.

Todos esos detalles que fue descubriendo al acercarse a ella de manera más íntima lo sorprendieron, pero más que nada aquello que lo cautivo fue la sonrisa de su esposa.

Una tarde mientras regresaba del trabajo escuchó una suave risita en los jardines cosa que de inmediato llamo su atención, Hinata tenía prohibido salir de la mansión pero eso no significaba que no pudiera pasar por los amplios jardines, 2 semanas antes ella había encontrado un ave que tenía un ala herida y la había llevado a la mansión para curarla, aunque no lo quisiera admitir los celos de Naruto se dispararon al ver la forma tan cálida en la que cuidaba del ave mientras que con él muchas veces se comportaba de manera distante.

Que patético, obviamente ni en un millón de años iba admitir que envidiaba al mísero pajarito que le había robado toda la atención de su mujer y para disfrazar sus celos le seguramente que se deshiciera del ave porque no soportaba tener animales dentro de la casa, a a pesar de que Hinata intentó replicar sus órdenes habían sido muy claras, resignada la peliazul saco al pajarito herido de la mansión.

Pero vamos, no era que un pajarito pudiera afectar mucho a su decadente relación, su enojo solo hizo que Hinata se volviera un poco más fría de lo normal, tal y como una muñeca que solo sigue las órdenes de su creador. La peliazul creyó que no se dio cuenta, pero sí lo hizo, notó perfectamente que pese a sus instrucciones ella siguió cuidando de la pequeña ave y Naruto simplemente se hizo de la vista gorda ante ese hecho para que así no siguiera sintiendo más distante a Hinata.

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