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Capítulo 4

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Capítulo 4

La familia no se basa en lazos sanguíneos. Tres chicos que desde que tenían uso de razón convivían como si se trataran de hermanos. Tres chicos idiotas que compartieron momentos y aventuras toda su infancia, momentos que no olvidarían. Los lazos se crean, al igual que los recuerdos, pero la elección de tu familia queda en ti. Ellos se eligieron.

Ellos se cuidaron.

Ellos solían poner a sus amigos sobre ellos mismo. El los protegía contra todo sin importar el peligro. El mataría por ellos. El jamas los traicionaría.

Ninguno de ellos podía sin el otro.


Peter


Me encontraba en una situación en donde me era imposible para de reír debido a mi mejor amigo crudo echado en la alfombra frente a mi sofá.

— ¿Podrías callarte? — mascullo irritado el peliazul colocándose sus manos sobre su cabellera despeinada. Una risa salió de entre mis labios. — Enserio, Peter, cállate.

—Me es algo imposible hacerlo. — admití dirigiéndome a la cocina. —Luces muy jodido tirado en el suelo cuando tienes un sofá a unos escasos centímetros de ti, amigo.

Pude escuchar como se quejó.

— Para que enemigos, si tengo a mi querido Peter para torturarme en mis días de cruda.

—Vamos, viejo, tú mismo te lo buscaste.

Fred se puso de pie, o intentó hacerlo, ya que callo como en seco al sofá echando la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados y una mano sobre su cabeza.

— Si que eres un dramático. — le asegure tomando una manzana.

— Solo se que... — suspiró de una manera tan dramática que me hizo mirarlo con una mueca. —...necesito un cigarro.

— Te mata la nicotina a largo plazo Fred. — le reproche mientras seguí con lo mío.

El se puso de pie dirigiéndose a su pantalón sobre una silla.

— Y tú fumas marihuana de ves en cuando, siendo doctor y están al tanto del daño que te hace, eso es coherente. — ironizó el chico sin mirarme

Fruncí el ceño intentó descifrar lo que sea que aquello significara.

— Mejor vete afuera a fumar, Fred.

El mencionado giró sobre sus talones y me miró, sonrió de manera inocente sin despegar sus labios y sacó el dedo medio al aire. Después, salió, quedándose en el porche.

— ¡No te dejare entrar si estás cubierto de arena!

Fred rio mientras exhalaba el humo.

— Es increíble que odies la arena pero aceptes que fumen en tu casa.

Por una ola [PROCESS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora