CAPÍTULO XVI: El origen.

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Cada uno arrastró una silla y las colocaron formando un círculo

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Cada uno arrastró una silla y las colocaron formando un círculo. Emerald al igual que sus maestros tomó asiento, y solo en ese momento los observó con genuina atención. Las preocupaciones constantes por las que tuvieron que pasar a lo largo de estos años habían hecho mella en sus rostros. Ahora estos lucían más cansados, y hasta se atrevería a decir, que aquella chispa de esperanza que percibió en sus ojos en el pasado se había esfumado.

—Debo suponer que al igual que tu padre, la reina te fue mostrando algunas cosas ¿No es verdad? —preguntó Lideo. Este se acomodó en la silla y luego inclinó ligeramente la cabeza hacia atrás.

—A diferencia de mi padre, yo pude ver el pasado de Marie, así que sé la historia completa.

Tras decir esto los mayores se observaron mutuamente. Habían subestimado a Emerald hasta cierto punto. Incluso ellos siendo magos ya experimentados, requerían todavía del uso de conectores para lograr visualizar aunque sea algo medianamente lejano, pero ninguno había sido realmente capaz de ver la historia completa de aquella desdichada reina que fue ejecutada injustamente.

Emerald, intuyendo que el resto quería escucharla comenzó a narrar todo lo que había visto cuando era niña sin dejar ni un solo detalle de lado. Con forme avanzaba su relato sus maestros cada tanto se removían en la silla, en especial Giuseppe, ya que por fin conocía la versión de la que alguna vez fue su reina.

Al terminar el anciano entrelazó sus dedos sobre su regazo y los apretó con fuerza. Estaba temblando, aún hoy recordaba por todo lo que tuvo que pasar durante esos años de reinado de August Lagnes.

—¿Entonces sabes quién soy yo? —le preguntó Giuseppe, ella asintió—. No ha habido ni un solo día en el cual yo no me odie a mi mismo por no haber hecho algo e impedir que todo eso pasara —dijo con sinceridad mientras emitía un sonoro suspiro.

—¿Entonces porque decidió ayudarlos?

—Sé que quizás no me creas, pero no lo hice por voluntad propia —respondió con la voz temblorosa—. Era un muchacho torpe e inexperto. Fui demasiado confiado, August se presentó ante mi como una persona intachable, cuya única misión era acompañar a su hermana y ayudarla a gobernar, y yo le creí. Tardé muchos años en descubrir su verdadero rostro. August siempre estuvo celoso de los poderes de Marie, odiaba que ella fuera la primogénita, y detestaba pensar que su destino era únicamente ser el de una escolta.

Diamond, el príncipe corrupto [PRONTO EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora