CAPÍTULO V: El camino que elegí

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Como si la magia se hubiera roto en ese preciso instante, la música que alcanzaba a oírse desde el salón cesó, y fue reemplazado por el aplauso de los invitados quienes celebraban el primer baile de la noche

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Como si la magia se hubiera roto en ese preciso instante, la música que alcanzaba a oírse desde el salón cesó, y fue reemplazado por el aplauso de los invitados quienes celebraban el primer baile de la noche.

El silencio envolvente era sofocante. Emerald se vio obligada a aguantar la respiración lo más que pudo y evitó hablar, ya que era consciente de que si decía aunque sea una sola palabra, comenzaría a llorar, y aquello era algo que no podía permitirse a hacer frente a Julian.

El pelinegro, aún sin entender del todo que fue lo que pasó, sintió un leve dolor en el pecho ante el rechazo que acababa de recibir. Sentía como aquel sueño que albergó durante tanto tiempo para si mismo acababa de ser destruido, y lo que más le dolía era el no saber por qué.

Él también optó por resguardarse en el silencio, y únicamente se limitó a abrazarla con fuerza mientras acariciaba su corta melena. Tenía miedo de soltarla, la simple idea de imaginar que ella desaparecería nuevamente era algo que lo inquietaba constantemente.

Un pequeño suspiro involuntario escapó de sus labios, Emerald, avergonzada, hundió aún más el rostro y se acurrucó mientras se deleitaba con aquella fragancia exquisita que él solo poseía, y en ese instante se dio cuenta de que los latidos del corazón de Julian eran tan acelerados como los suyos.

—Es hora de regresar —dijo Julian para cortar la tensión en el ambiente, aunque esto tuvo el efecto contrario.

Emerald asintió con pesar y poco a poco sus cuerpos se fueron alejando cada vez más y más. Era incapaz de observarlo directamente a los ojos. Tenía miedo de hacerlo, su rostro reflejaba lo que en verdad sentía y Julian no tardaría en descubrir los deseos ocultos que ella poseía.

—Emerald —escuchó su nombre provenir de sus labios y sintió como el corazón volvió a latir con fuerza.

Julian la observó y poco a poco fue extendiendo una de sus manos hacia el frente, sujetó el mentón de la muchacha entre sus dedos, y de forma gentil la obligó a observarlo, el cuerpo de ella se tensó de inmediato, pero él en aquellos ojos violáceos que trataban de mantenerse serenos en ese instante, podía ver un atisbo de lo que en verdad ambos deseaban.

Diamond, el príncipe corrupto [PRONTO EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora