CAPÍTULO XXXVI: La liberación de la reina (I)

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Como todas las mañanas Azhia llegó dando brincos a la alcoba de sus padres

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Como todas las mañanas Azhia llegó dando brincos a la alcoba de sus padres. La pequeña era un rayo de sol, desbordaba energía, sentía una inmensa curiosidad por el mundo y quien estuviera cerca de ella, se sentía a gusto de inmediato.

—¡Festival, festival! —dijo con voz cantarina mientras Emerald la alzaba en brazos.

Al llegar a la parte baja el desayuno, como todas las mañanas ya se encontraba puesto sobre la mesa y al terminar salieron del palacio rumbo al pueblo ya que se llevaría acabo el festival de la cosecha.

Para cuando estuvieron cerca la alegre melodía los recibió, Azhia no podía con la emoción y tiraba de la mano de sus padres para que se dieran prisa ya que deseaba mirar todos los puestos y disfrutar de los juegos que habían montado para ese momento.

Emerald observó la decoración de las banderolas. Los tonos verdes y celestes no eran algo propio del reino de Navidia, ya que en su gran mayoría se utilizaba tonalidades moradas y grises, pero atribuyó el cambio a que, por ser algo representativo de la tierra.

—Azhia disfruta mucho el festival Kaia.

Tras escucharlo Emerald se detuvo por un instante en su lugar, Julian volteó a observarla y sujetó delicadamente su mano nuevamente para que pudiera guiarla, ella simplemente sonrió nerviosa y avanzó junto a su familia.

Al llegar a un puesto del panadero vieron unos cupcakes con cubiertas puestos en venta, la vendedora luego de mostrar sus respetos tomo tres que traían la cubierta de fresa encima y se las entregó, Azhia fue la primera en dar un gran mordisco y comenzó a saltar de la emoción por el sabor que este tenía, Emerald observó el suyo y volvió a quedarse en blanco. Nuevamente aquella sensación de nostalgia acababa de hacerse presente y no podía evitar sentirse mal por no recordar a que se debía.

—¿Cómo te llamas? —le preguntó Azhia mientras se ponía de puntillas para verte.

—Diani, su alteza —contestó ella mientras deslizaba una galleta con chispas de forma disimulada para que la pequeña la escondiera de sus padres.

Al oír su nombre Emerald observó a la muchacha, su corazón se sobre encogió y le propició un fuerte dolor, Julian volteó a observarla visiblemente preocupado y acarició una de sus mejillas.

Diamond, el príncipe corrupto [PRONTO EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora