El frío de Espinadragón no es como los inviernos que tiene Mondstadt estacionalmente. Antes, cuando estaba cálido y seguro con su padre y su hermano. No, espera que corrija eso; el Maestro Crepus y el Joven Maestro Diluc. Cuanto más rápido elimine esos pensamientos de calidez y familia de su cabeza, mejor será para él vivir. Estos pensamientos harían que lo mataran.
¿Dónde estábamos? Oh, sí, Espinadragón. Los inviernos de Mondstadt son fríos pero no como en aquella montaña. El frío pinchaba su piel, como si mil agujas afiladas se clavaran en él repetidamente. Se encuentra dentro de una cueva vacía. Sin Hilichurls, sin bestias salvajes y, mejor aún, sin Magos del Abismo. Necesita encender un fuego y pronto, para que no muera de hipotermia y eso no se sienta bien. Ni siquiera estaba vestido para el clima. Lo único que se encontraba bajo su posesión era su viejo traje de caballero que había sido empapado por la lluvia.
Podría estar por perder la cabeza, pero maldita sea, está demasiado ido para acobardarse. ¡A la mierda todo! ¡Él no fue criado para ser un desertor! ¿Fue siquiera criado? Maldición. A este paso va a terminar como un ermitaño loco, pero al menos seria un ermitaño bonito y loco. Él tenia todo bajo control y una mente ordenada, o eso creía él.
Obtener algunas ramas que no estén demasiado congeladas y algunas rocas para encender algunas brasas resultó ser un desafío. Después de un largo y agotador intento de encender un fuego, finalmente lo consigue. La llama fue lo suficientemente buena para mantenerlo caliente, pero aún no había terminado. Todavía hay cosas en las que pensar, como comida, ropa, lugares de descanso e incluso defensa personal.
La cueva en la que vive parece bastante agradable, pero se siente como si todavía estuviera cerca de Mondstadt. Necesitaba adentrarse más en la montaña para asegurarse de que nadie lo encuentre. En cuanto a la comida y ropa, planeaba cazar a los animales que merodeen estas montañas y utilizarlas para obtener su carne y piel. Eso o mata a un montón de Hilichurls. Morboso, pero como sea.
En Khaenri'ah, es un mundo donde se pelean como perros hambrientos. Una vez recuerda haber tenido que pelear con otros niños solo para obtener un sorbo de agua que no sea venenosa. O explorando las ruinas de templos y palacios caídos en busca de ropa para su madre y su padre. Hablando de su padre, espera que el hombre se pudra allí. Por darle esta misión agotadora. Por obligar a un niño a llevar las cargas del mundo. Por no estar ahí para él cuando más lo necesitaba. Su madre es otra historia. Murió cuando la ciudad cayó en el cataclismo. Murió para proteger a su hijo, "La última esperanza de Khaenri'ah". Él la quiere. Lo único que desea es poder sentir aquellos besos y cálidos abrazos. Ya había olvidado su rostro. Pero él no quiere olvidar su amor. Un pensamiento cruzó su mente.
Existía una forma en la que podría sobrevivir a esto, pero era arriesgado. Podría terminar más maldito de lo que ya se encontraba. Pero, ¿a él le importa? ¿Sí? ¿Quizás? ¿No? Verás, Kaeya no era solo un ciudadano de Khaenri'ah. No mi buen señor, él pertenece al linaje real de Khaenri'ah, y los del linaje real tienen ciertas cualidades que los hacen diferentes de la gente normal de Khaenri'ah. Una cosa es que la maldición se extiende lentamente para la realeza por alguna extraña razón. Otra es que la línea de sangre real puede manipular los poderes del Abismo. Mientras que el Arte de Khemia es el arte de crear vida, las Enseñanzas Abisales son el arte de manipular y manifestar deseos hacia la realidad. Solo los miembros de la realeza fueron guiados atreves de los caminos de las Enseñanzas Abisales por la matriarca de la familia. Pero el precio a pagar por estas enseñanzas heréticas es que podría propagar la maldición de Khaenri'ah aún más rápido sobre Kaeya. Si necesita sobrevivir a esto, debe emplear los hechizos y rituales que le enseñó su difunta madre.
El ritual podría incluso deshacer su protección sobre él, pero las necesidades eran primero.
Exploró algunos lugares aquí y allá en Espinadragón, reuniendo los materiales necesarios para el ritual. Evitó la estatua de Barbatos como una plaga. Cuidado si el Arconte de Mondstadt puede verlo. Después de dos horas de caminar y escalar, logró encontrar un campamento vacío con todas las herramientas y recursos allí. Que afortunado. Rebuscando en la bolsa de ingredientes de cocina, y lo único que pudo encontrar fue una ave, una zanahoria y una flor dulce, era poco pero era algo que le daba fuerzas para continuar. 'Hmm... esto podría funcionar' Pensó. Haciendo cualquier receta que pudo con los ingredientes que reunió, hizo un buen estofado de pollo que alivió el hambre en su estómago.
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La escarcha toma mi alma (Traducción)
FanfictionRepudiado y abandonado, Kaeya no vuelve corriendo a Mondstadt. Temiendo por su vida y que Diluc pueda exponer sus secretos, huye y termina en Espinadragón. Solo, traicionado y aislado, gradualmente se transforma en una persona que nunca pensó que fu...