Capítulo 8

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-¿Y sus sobrinos?- pregunto al no verlos

-El padre me dijo que se encargaba de ellos, por fin hace algo por ellos- dice de forma irónica y yo río un poco, enciende las luces y puedo ver que su casa es bastante bonita, me lleva a lo que parece ser la cocina y me hace sentar en una silla, me da un paño limpio- presiona sobre la herida con el paño, voy a por un botiquín, no te muevas- se aleja y no me queda de otra que obedecer y no puedo evitar soltar un ligero gruñido de dolor al hacer presión, ella vuelve con lo que ha dicho y deja las cosas en el suelo, ella se sienta también y se recoge sus cabellos castaños- vale, necesito que te quites la gabardina y te levantes la camiseta para ver bien la herida- me mira al ojo, ya que la máscara me tapa el de color original

-No puedo, correría el riesgo de que sepas algo de mi identidad- trato de convencerla

-Pues dime tú otra forma de curar tu herida- pone sus manos en la cintura y me mira con el ceño fruncido

-Hay una, pero no pienso arriesgarme, está bien, tú ganas- acepto a regañadientes, me quito la gabardina haciendo que se vea mi melena escondida, pero me levanto la camiseta de manera que sólo se vea la zona herida, pero nada más, no quiero que vea la cicatriz- ¿así está bien?- miro a otro lado

-Sí, gracias-

Ella se dedica unos minutos a limpiar la herida y después a cerrarla ya que no es muy profunda y posteriormente pone unas gasas para proteger la zona y ya ha acabado.

-Listo, ¿cómo has acabado así?- pregunta mientras recoge todo

-Unos hombres estaban atracando la tienda de una señora, acabé con uno de ellos, pero el otro me hirió con un cuchillo y enfadada le hice lo mismo que al otro- no quiero entrar en detalles para que no se asuste

-Hay que ver los líos en los que te metes- ríe un poco- a propósito, gracias por salvarme la vida el otro día- sonríe mientras se apoya en la mesa

-No ha sido nada- le resto importancia mientras salgo al pequeño balcón

-Y también por lo de mi hermana, sé que tuviste algo que ver- yo sólo hago el gesto de cerrar mis labios como una cremallera

-Gracias por ayudarme-

Es lo último que digo antes de salir por el balcón y vuelvo a casa no tan rápido y entro por donde mismo salí antes. Justo cuando me dirijo a mi cuarto Michael se acerca a mí preocupado, yo le explico todo lo ocurrido, niega con la cabeza mientras suspira pesadamente y me da una bolsa de sangre artificial que al terminar de beberla siento mi herida sanar, dejando únicamente una cicatriz apenas visible.

-Debes tener más cuidado, sólo te digo eso- se cruza de brazos

-Ya lo sé, no volverá a pasar, me voy a la cama que mañana hay clases- me levanto y me voy a mi cuarto

Me doy una ducha y me acuesto a dormir del tirón, o eso creo porque vuelvo a despertar debido a que he vuelto a soñar con la noche del accidente, ya no me pasa tan a menudo, pero cuando vuelvo a recordarlo, parece como si fuese real de nuevo. Ya sin sueño y viendo que son las 6:30 de la mañana y las clases empiezan a las 8:30, me levanto y me preparo para el día de hoy con calma, preparo el desayuno y tras guardar la comida de media mañana y comer lo que he preparado y obviamente algo de sangre para poder aguantar esta vez la mañana entera como se supone que debo de aguantar. Salgo de casa escuchando música y voy caminando tranquilamente, el volumen de la música no es muy alto por lo del oído desarrollado, escucho que alguien se acerca tras de mí y engancha su brazo con el mío, miro a un lado y veo que es Lucy con una gran sonrisa.

-Buenos días- me saluda felizmente

-Igualmente, ¿qué tal la tarde?- trato de sacar algo de conversación

Johanna Morbius Donde viven las historias. Descúbrelo ahora