Capítulo 25

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-Feliz año nuevo- ahora nos fundimos en un beso más apasionado, ella posa sus manos en mi espalda y yo rodeo su cuello con mis brazos,baja sus manos a mis muslos casi descubiertos por la tela y acaricia mi piel desnuda mientras profundizamos el beso, pero somos interrumpidas por tres toques en el cristal, miramos y vemos que son los niños, abren la puerta y nos miran y se ríen y se acercan a las dos

-Michael nos mandó a buscarles, ya se acabaron los petardos- nos dice Jack y nosotras nos levantamos del suelo y vamos con ellos al salón donde nos felicitamos un feliz año nuevo, al igual que le envío las felicidades a mis amigos, después los niños junto con su madre se van a dormir al igual que Michael y nosotras estamos en el salón sentadas en el sofá yo tomando sólo una copa de vino tinto y ella de vino blanco y creo que el alcohol se me está subiendo a la cabeza un poco

-Una pregunta, ¿esto que está surgiendo entre nosotras tiene intención de ir a más?- rompo el silencio que había entre las dos

-Sólo si tú quieres- me mira y esboza una media sonrisa

-Yo quiero que la cosa vaya despacio, después de lo de Jaquie me he cerrado al amor, pero quiero volver a probar, no va a ser fácil ya que a veces me cuesta mostrar mis emociones, pero haré el esfuerzo de hacerlo, sólo te pido paciencia y tiempo- le tomo de las manos y le miro a los ojos

-Claro, iremos a tu ritmo, no te preocupes, además, en el instituto debemos mantener las apariencias aunque tú seas mayor de edad, pero debemos esperar a que se acabe el curso- me acaricia los nudillos y se detiene al ver el anillo que me regaló en el dedo corazón de mi mano derecha - menos mal que no se te ha caído-

-Los guantes hacen su trabajo de protegerlos, al igual que no se ha roto el colgante- señalo mi regalo

-Por supuesto- me quedo pensando un momento-¿En qué piensas?- arquea una ceja

-Quiero que seas la primera en ver una cosa después de mucho tiempo- dejo la copa en la mesa y ella hace lo mismo, se levanta y le tomo la mano, vamos a mi cuarto, enciendo la luz y cierro la puerta y se sienta en la silla - antes de que digas algo, déjame hacerlo, ahora que el alcohol me ha dado valor, déjame mostrarte lo que ayer viste- tomo aire y me aflojo el cierre del vestido y dejo que caiga por mis hombros, suerte que llevo sostén sin tirantes, descubro mi espalda y dejo que el vestido quede a mis pies ya que tengo un pantalón corto debajo, me quito los tacones y me recojo el pelo- esto es lo que nadie ha visto en mucho tiempo, mis cicatrices, tú antes me mostrastes las tuyas, creo que es justo que tú veas las mías- trato de mantenerme firme

-¿Estás segura?- se acerca, me toma con cuidado de la mandíbula para que la vea a los ojos y así estar segura

-Si, lo estoy- sonrío un poco

-Dime dónde tienes todas, por favor- se pone en mi espalda y posa con delicadeza sus suaves y cálidas manos

-En los hombros, las primeras veces en las que perdí el control de la bestia me hice muchos arañazos profundos y que dejaron cicatrices- pasa la yema de sus dedos por las marcas blancas que hay en mi piel y deja un beso por la zona- a parte de las del accidente, tengo otras que apenas se notan mucho, porque fue hace años, unos niños cuando era no muy pequeña, Neira y yo volvíamos a casa de ir a la biblioteca, pasamos por un callejón y dos adolescentes se estaban metiendo con mi hermana y yo le defendí y les golpeé, pero ellos tenían navajas y tras decirle a Neira que pidiera ayuda ellos me hicieron daño, cuando volvió, fue con una pelirroja que les dio su merecido y nos llevó a casa, esa fue la primera vez que vi a mi Jaquie-

-Pues le estoy agradecida por haberte salvado de aquellos dos- sonríe un poco- ¿dónde más?-

-Los brazos y las muñecas, fue hace unos años, no muchos, estaba en mi tercer año en el instituto, en clases me iba mal, estaba sola, mis padres estaban siempre enfadados conmigo, llegué a perder peso, hacía poco que Jaquie había entrado en mi vida, un día en el que quise acabar con todo y estaba sola me hice los cortes de las muñecas y de no ser por la pelirroja, no estaría aquí, fue la segunda vez que me salvó la vida en poco tiempo- me río un poco

-¿Esta que tienes en el cuello y que lo has tapado con colgantes?, si me he dado cuenta- sonríe un poco apenada

-Cuando pasó el accidente, según me ha dicho Michael, es muy probable que recibiera un fuerte golpe en la cabeza y por eso he tenido algunas lagunas, no muchas, pero están ahí y esa no recuerdo, pero algo en mí me dice que es por algo muy malo que me pasó, he intentado recordar pero no lo logro- agacho la cabeza- y bueno, esas son todas mis marcas, a parte de las de hace dentro de poco tres años- se me escapa una lágrima que ella recoge, coge mi mano derecha y besa mi muñeca

-Para mí sigues siendo perfecta así- ahora me acaricia la mejilla y yo rompo a llorar y le abrazo- ya, sé que es doloroso, pero no estás sola, estoy contigo cielo- me acaricia la cabeza y estamos así por un rato hasta que ya me calmo- ¿mejor?- veo que sus ojos también están húmedos

-Si, gracias por escucharme, vamos a dormir-

-Sí por favor, estoy muerta- suelta un bostezo y yo me río un poco

Le dejo el mismo pijama de anoche y las dos nos acostamos a dormir hasta que los niños entran y se tiran encima de las dos para molestar. Pasan dos días y se me ocurre la idea de ir a la estación de policías para seleccionar a los cuerpos que pueden formar parte de mi propio escuadrón y hablar con los técnicos para ver si pueden hacerme algunos utensilios y mejoras, ya se lo he comentado a Michael y a Angie y me han dicho que es buena idea, así que hoy por la mañana es cuando voy para allá y ver cómo es todo aquello. Vuelo sobre la ciudad y llego frente a la estación, cuando los de seguridad me ven de inmediato me llevan con el general que lleva todo. Es un hombre de unos 40 y pocos, de cabellos azabache, ojos marrones, cuerpo que a pesar de la edad se mantiene bien, es más o menos de mi estatura, nada más entrar en su despacho me estrecha la mano.

-Es un honor que haya venido Shadow, ¿qué necesita?- me gusta que vaya directo al grano

-He venido por lo que la alcaldesa me otorgó el día de fin de año, así que muéstreme qué es lo que tiene para mí- hablo con firmeza y cambiando mi voz

-De acuerdo le presentaré a nuestros cerebritos y a nuestros camaradas, están en una base oculta lejos de aquí para que no sea fácil de interceptar y si hacen algún experimento que nadie salga herido, nuestros soldados mejor cualificados serán trasladados a esta base en dos días para que los evalúe, pero si así lo desea, le llevo con nuestros técnicos especialistas-

-De acuerdo, pero prefiero ir por mis propios medios, así que yo le sigo- no me fío ni un pelo

-Es precavida y desconfiada, es bueno, síganos-

Eso es lo que hacemos, yo les sigo por las calles sin llamar la atención hasta que llegamos a una casa en un descampado vacío y muy alejado de la ciudad, por lo que puedo oír es una base subterránea. El general sale del coche y tras yo haber mandado a un murciélago a que entre y revise, y confirme que no hay nadie ni ninguna trampa, entramos y vamos a lo que parece ser un sótano, pero al abrir la puerta hay como un elevador, subimos a este y bajamos bastante, diría que unos 20 metros de la superficie, se abren las puertas y pasamos por unos pasillos hasta escuchar a dos personas creo que discutiendo, que al final es verdad cuando llegamos a lo que parece como una nave bastante grande con muchos aparatos tecnológicos,y justo frente a tanta tecnología hay unas cinco personas, dos de ellas discutiendo de algo y no se han dado cuenta hasta que carraspeo y ellos me miran asombrados y nerviosos y detienen todo lo que hacían.

-Perdone por lo que acaba de ver- se disculpa ¿James?

Johanna Morbius Donde viven las historias. Descúbrelo ahora