Capítulo 36

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-No, gracias, ya no hay nada que se pueda hacer para arreglarlo, está muy estropeado- suspiro derrotada y me apoyo en la mesa- joder, esta era mi camiseta favorita, era de mi madre y la chaqueta está empapada aún-

-Tranquila, a lo mejor los chicos pueden hacer algo para que quede como nueva, eso que dijo Raven antes, ¿Es de cuando tú eras pequeña?- me acorrala entre su cuerpo y la mesa para que no intente escapar

-Si, ella se metía mucho conmigo y me hacía la vida imposible, cuando me desmayé recordé algo pero no del todo, no vi imágenes y cuando recordé las voces me empezó a doler un poco la cicatriz del cuello y algo me dice que está relacionada con ello- me paso la mano por la marca que tengo

-No te agobies, ya lo recordarás y sé paciente contigo misma- me acaricia el rostro y cuando yo voy a tomar su mano ve las marcas en las palmas y me mira un poco preocupada- voy a tener que regalarte más guantes para que no te hagas daño- besa las heridas

-Con tus caricias me conformo, te daría un abrazo, pero no querrás que se te manche la ropa- me río un poco

-Eso yo lo arreglo rápido- se quita su chaqueta y la pone sobre mis hombros para posteriormente abrazarme

-Gracias- le doy un pico en los labios - por lo que puedo escuchar tenemos hora libre, ¿Quieres irte ya?- pongo mis manos en su cintura y ella pasa sus brazos por mi cuello

-Claro, deja que recoja mis cosas y nos vamos-

Eso es lo que hacemos, termino de recoger mis cosas, ella también y tras yo firmar en la sala de guardia de que ya me voy al ser mayor de edad, nos vamos a mi casa para poder coger el traje y ropa de cambio por si las moscas. Vamos a la base y saludo a los chicos, James, por obvias razones, aún no ha llegado.

-Que bien que ya te encuentres mejor- se nos acerca Carol sonriendo- hola Angie-

-Buenas-

-Como dije ayer, aquí estoy, he de admitir que la idea de las bombas de humo y la cadena incrustada en el corsé, está muy bien- comento dejando el traje sobre la mesa

-Me alegro que sea así, porque a lo mejor y si la manejas bien incluimos un látigo- ante esta última palabra no puedo evitar atragantarme con mi propia saliva al igual que mirar con asombro

-¿Qué pasa Joan?- mi novia se acerca y me acerca a su cuerpo, me mira con picardía mientras se muerde el labio y yo no puedo hacer otra cosa más que enrojecer

-Na-nada- trato de disimular un poco- me voy a cambiar de ropa, ahora vuelvo- rápido me meto en el baño y cierro la puerta intentando controlarme, llaman a la puerta y yo me asomo y dejo pasar a Angie

-¿Cómo pretendes cambiarte de ropa sin llevarte el bolso?- me mira de pies a cabeza

-Gracias- lo cojo y saco del bolso mi ropa, ella me toma de la cintura y me aprisiona entre su cuerpo y la pared

-¿Conque un látigo?- pone su pierna en medio de las mías y sube su rodilla de manera que roza mi centro y acerca su rostro al mío

-Angie, aquí no podemos, nos pueden descubrir- trato de contenerme pero ella me lo pone difícil

-Ya lo sé querida, es solo que me gusta esa idea de un látigo, ¿A ti no?- acerca su rostro a mi clavícula y deja ahí un beso que hace que se me erice la piel

-Depende de para que lo uses- logro contestarle a pesar de ella estar besándome en uno de mis puntos sensibles, cuando muerde yo me muerdo la mano para reprimir un gemido

-Eso es verdad, tal vez, después pueda descubrir sus varios usos, pero de momento, vamos a dejar las cosas así, no queremos que nos descubran- esta vez me besa en los labios antes de salir del baño y dejarme con la calentura, es mala, esta me las va a pagar, me cambio de ropa rápido y salgo descalza a petición de ellos, salgo con un top deportivo negro al igual que el pantalón corto, voy donde están ellos y cuando me ve mi profesora ladea una sonrisa perversa

Johanna Morbius Donde viven las historias. Descúbrelo ahora