Capítulo 39

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-Tomas- contesta con la voz temblando

-De acuerdo, ¿porqué haces esto?, a unas personas inocentes, sólo estamos tú y yo-

-Ella quiere apartarme de mis hijos, dice que ya no me quiere y por eso me echa de casa, me echaron del trabajo hace poco, no tengo a donde ir, y pretende alejarme de mis hijos y yo no quiero, son lo único que me queda, y si yo no puedo tenerlos, nadie los tendrá- se le escapan lágrimas mientras se aferra a su hija y a su arma

-Oye, sé más o menos cómo te sientes, yo también he estado sola, numerosas veces y perdí todo, mi familia, mi casa, todo lo que tenía, pero no es motivo para hacer esta locura, mira a tu hija, está aterrada y puedo percibir su miedo a leguas, te tiene miedo, al igual que el resto, sé que amas a tu familia, pero si sigues con esto ellos ya no te querrán, te temerán, y no quieres eso, ¿verdad?- él mira a su hija que está llorando y la deja en el suelo

-No, su amor es lo que me queda, pero si ahora me entrego, los puedo perder y me meterán en la cárcel y su madre puede aprovechar para hacer que me vean como la peor persona del mundo- estalla en llanto

-Vale, vamos a hacer una cosa, ¿si?- él asiente- primero, vas a dejar que la niña se acerque a mí y así poder calmarla y esté tranquila, si sigue en este estado puede quedarle un trauma para toda la vida, yo no quiero quitártela, sólo quiero ayudarte, te doy mi palabra de honor- me quito la capucha y le miro a los ojos

-Está bien- suelta su pequeña mano y la niña se acerca a mí

-Muy bien, pequeña princesa, quiero que vayas fuera y allí estará un amigo que te va a cuidar muy bien, se llama Rogers, él se encargará de ti, yo ahora salgo con tu papá, ¿si?- ella asiente, le da un abrazo al padre y sale de la casa casi corriendo- de acuerdo, ahora nada le afectará, ni a ella ni a los demás, sólo estamos tú y yo, ahora quiero que dejes el arma en el suelo y desactives la bomba, ¿si?-

- Está bien, ¿qué va a ser de mi?- pregunta con temor mientras hace lo que le he dicho

-Siento decirte que lo más probable es que te caiga la condena de un par de años en la cárcel, pero te doy mi palabra que a ellos no les faltará de nada y que tendrás la posibilidad de que ellos puedan irte a visitar, intentaré que tras salir de prisión tengas algún trabajo para que empieces a volver a empezar, ¿te parece bien?, yo no quiero que tus hijos pierdan a su padre porque sé lo que es perder a un miembro de tu familia y créeme que duele mucho-

-De acuerdo, ya está, está desactivada- me mira apenado

-Gracias por ser tan razonable, ahora voy a necesitar ponerte las esposas por protocolo- él asiente y pone sus muñecas tras la espalda, yo pongo las esposas y salimos de la casa

Lo llevan en el coche y voy tras ellos, una vez en los calabozos le informo al general frente al hombre todo lo que hemos acordado y él accede entendiendo la situación. El hombre me da las gracias y yo me voy tras ser acorralada por la prensa y contestar algunas preguntas. Después tras comunicarme con los chicos me dispongo a ir a la base, pero algo me llama la atención, un grupo de hombres con una careta de la cara del artista surrealista Salvador Dalí con maletines, me acerco con cautela y caigo tras ellos haciendo que se sorprendan.

-¿Van a alguna parte?- pregunto con la voz grave

-A ningún lugar que te incumba, esto no va contigo- contesta uno con un modulador de voz para que no sea reconocido

-Si está relacionado con mi ciudad sí es de mi incumbencia, y a juzgar de la dirección a la que se dirigen creo que van equivocados, la estación de policías está por allí, decid que van de mi parte y creo que os tratarán muy bien- bromeo haciendo que se enfaden y saquen de los maletines unas metralletas- ¿porqué están tan empeñados últimamente en no dejarme descansar?- ruedo los ojos y saco del bolsillo del pantalón el látigo y ellos comienzan a dispararme, yo les logro tirar al suelo y con la misma que consigo que mi arma se enrolle en su pierna o zona del cuerpo que les pillo activo la electricidad haciendo que queden inconscientes, una vez acabo con todos, los entrelazo con el látigo y con cuerdas que encuentro y los llevo arrastrando hasta la estación y en mi otra mano llevo los maletines que tenían, cuando me ven llegar me miran con asombro y yo les informo y por fin vuelvo a la base tras asegurarme que no tengo nada en la ropa ni en la piel, porque capaces son de intentar ponerme un rastreador en la ropa para así descubrirme, por fortuna no tengo nada, salgo volando tras informar que voy a tomar un poco el aire y descanso, subo al edificio central de la ciudad y me quedo sentada en el borde del edificio

Johanna Morbius Donde viven las historias. Descúbrelo ahora