Capítulo 18

100 5 0
                                    

-¿Qué haces en el techo?- se me queda mirando y sigue observando y a medida que me va detallando su rostro se va palideciendo y volviendo a uno de asombro absoluto- ¿Johanna?- yo suelto un suspiro pesado y bajo al suelo, agacho la cabeza

-Si, soy yo- alzo un momento la cabeza y veo que va a gritar así que me acerco y le tapo la boca- por favor, no grites, ni te alteres demasiado, y tengo suficiente con todo lo de ahora, te calmas y te lo explico, pero no puedes decírselo jamás a absolutamente nadie que conozcas, no debería hacerlo, pero es demasiado tarde, voy a quitar la mano y tú me escucharás, ¿entendido?- digo en su espalda ya que así logro retenerle con mi cuerpo para que no escape, ella asiente con la cabeza lento y yo cumplo con lo dicho

-¿Has sido tú?, la del incendio, la que nos salvó la vida, dime la verdad- me mira con los ojos aguados, yo agacho la cabeza y hago que mi ojo azul brille más

-Si- alzo la mirada y ella parece que se marea un poco y yo le guío a que se siente en el borde de la cama- siento mucho que hayas tenido que descubrirlo y más de esta manera, créeme que ha sido demasiado difícil ocultarselo a todos y seguir como si fuera una chica normal y corriente- me siento frente a ella y le miro apenada

-Quiero saber la verdad, la verdadera Johanna que ahora estoy viendo- me mira fijamente

-Está bien, ¿te importa que me vaya cambiando de ropa?, así voy avanzando y no preocupamos tanto a los demás-

-Vale- yo me levanto, enciendo la luz y cierro la puerta, me quito la gabardina y la doblo

-Ya sabes la historia de cómo Michael me encontró en aquel accidente, pero a parte de la herida en el abdomen también sufrí una grave lesión en la médula espinal, perdí la capacidad de mover las piernas y de mover bien mi cuerpo- me quito el corsé y tras me pongo bien el sostén- entonces Michael me inyectó lo mismo que se hizo a sí mismo hace mucho tiempo, es lo que me hace ser así, lo que me permite poder caminar, pero no me ha podido evitar quitar las cicatrices del accidente y del golpe en la espalda- me giro para que pueda ver las marcas- pero no todo es tan sencillo por que eso que me inyectó necesita ser alimentado cada cierto tiempo- me pongo la camisa de antes y me quito las botas

-¿Qué es lo que tienen los dos?-

-Michael era y es, un grandísimo médico, antes de empezar a mudarnos y de él encontrarme, pues dedicó gran parte de su vida en buscar una cura para la enfermedad que le impedía caminar correctamente y que cada vez lo iba matando más y más, hasta que lo encontró, fusionó choques eléctricos con sangre de murciélago vampiro y de la mezcla de su sangre con la toxina salió el conocido asesino Morbius buscado en muchas ciudades por asesinatos y múltiples destrozos, pero no han sido su culpa, fue del que fue su amigo Milo, que ya no está y cuando creó esta toxina dio para tres dosis, una se la inyectó él, la otra Milo la robó y Michael pudo conseguir la tercera antes de que la robaran, no le quedó de otra que inyectarme eso porque estaba al borde de la muerte, me enseñó a controlar a la bestia durante estos dos años, nos hemos mudado de ciudad y país numerosas veces que hasta ya he perdido la cuenta, pero no permanecemos así permanentemente y ya está, tenemos que alimentar nuestra bestia interna, pero esta sólo pide una cosa, sangre, humana, pero gracias a la sangre artificial podemos sustituirla, pero por 4 horas permanecemos así, si bebemos de la pura, aguantamos 6 horas, si no lo hacemos dejamos de controlarnos y hasta que no nos saciamos no nos detenemos ante nada ni nadie, yo sé controlarla porque me han enseñado y por eso actúo con normalidad, por eso cuando nos vimos por primera vez me llevé a ese hombre y no se ha sabido más de él, porque me alimenté y para que no se sospeche de nada hice que pareciera algo típico de la zona, yo sólo pretendo seguir con mi vida, pero también haciendo justicia, aquí no soy temida, sino todo lo contrario, sé que es demasiada información por asumir, lo sé, pero sólo te pido que no digas nada a nadie por favor, es muy importante, no quiero irme de aquí- le pido una vez termino de cambiarme

-Yo, wow, es mucha información por asimilar, yo no diré nada, pero necesito mi tiempo para digerir todo- se levanta y se dirige hacia la puerta

-Lo entiendo, intentaré no cruzarme contigo o con los niños si temes por ellos, y cuando estés lista y con más preguntas me lo haces saber, dile a los demás que no me encuentro bien y que me quedo en casa y dale esto a Jack, se lo prometí- le doy un escudo y una espada de madera que yo misma he tallado

-De acuerdo-

Ella no dice nada más y se va de mi casa, yo lo único que puedo hacer es echarme a llorar, me voy al gimnasio y empiezo a destrozar todo lo que tengo en medio. ¿Cómo he podido permitir que esto vuelva a pasar?, soy idiota, imbécil e inconsciente de las cosas. Debí haberme dado cuenta cuando llegué, sabía que esto podía pasar y no fui precavida en nada. Caigo al suelo de rodillas y me pongo en posición fetal mientras abrazo mis piernas sin dejar de llorar hasta que me quedo dormida del cansancio.

Vuelvo a despertar en mi cuarto, miro mi escritorio y hay una bolsa de sangre, supongo que fue Michael, me bebo la sangre y vuelvo a acostarme en la cama y a la misma posición de antes y no hago nada.

Estoy así por varios días y cuando únicamente salgo es cuando se me necesita, pero una vez termino vuelvo a casa y hago lo mismo que llevo haciendo por días, absolutamente nada, mientras me hundo en mi propia mente. Han venido mis amigos, pero ni a ellos les permito verme, no quiero ver a nadie, es mejor así para ellos y para mí, al igual que Michael ha tratado de hacer que salga, pero no lo consigue en absoluto y lo que hace para intentar animarme a veces es traerme de mis comidas humanas favoritas o materiales para que haga algo y más cosas. Pero no consigue nada, no hablo más de lo necesario cuando tengo que ayudar en la ciudad y con nadie más. Los niños han intentado venir pero le he dicho a Mónica por mensajes que últimamente no me encuentro bien como para salir, a ella es a la única que contesto lo mensajes, sólo por los niños, he llegado a recibir de mi profesora pero también los ignoro por completo. De repente escucho a Michael que necesita urgentemente mi ayuda en el gimnasio, yo suspiro y salgo de mi cuarto en ropa de estar por casa, me pongo la capucha de la sudadera y bajo al gimnasio, está todo apagado y casi oscuro, desarrollo mi visión nocturna y puedo ver una figura.

Johanna Morbius Donde viven las historias. Descúbrelo ahora