CAPÍTULO 14

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¥ Paseo ¥

—¡Aleja esa bestia de mí!—Salto sobre la espalda del angel sin pensar mucho en la acción.

—Mortal, controlate, que no es una bestia—Dice entre dientes intentando alejar mi cuerpo del suyo mientras las personas que pasan nos miran con cara extraña.

—Es que... Mira esos colmillos—Me quejo, golpeando sus manos para que no me aleje de mi zona segura. 

La bestia peluda con ojos claros, se detiene frente a nosotros y toma asiento, fija sus ojos en nosotros y deja fuera su babosa lengua.

No puede ser. Parece que no tiene pensado irse.

—A ver torpe mortal—Hace un gran uso de fuerza y delicadeza para que mis pies toquen el suelo por fin, pero aferro mis manos a su brazo y lo uso de escudo—¿Que acaso tú guardián jamás salió a caminar contigo al mundo de los humanos?

Niego creando una batalla de miradas con la bestia.

Derek suelta una carcajada y yo lo golpeo por el susto.

—Bueno, en realidad lo hizo una vez, mientras estaba mucho más pequeña.

—Bueno, pues no te dió el tour como debió.

Lo miro con ambas cejas en alto, él sonríe, y se hace a un lado dejándome a la vista de la bestia mucho más expuesta. Aprieto mi agarre.

—Mortal, eso a lo que llamas bestia es un perro, no sé si tenga nombre, pero imagina que se llama... —Hizo una mueca, como si lo estuviese pensando—Pool, si sí. Hola pool.

La bestia ladro en respuesta y yo di un salto en sopresa.

—No te hará nada torpe mortal, dile hola.

Trago en seco, miro en dirección de lo que ahora sé es un perro y dudo antes de hablar.

—H-hola pool—Tartamudeo y vuelve a ladrar, en esta ocasión, se pone de pie y sacude la cola con entusiasmo.

Retrocedo, pero Derek deposita una mano en mi espalda baja y me empuja sutilmente hacia adelante, lo miro con cara de pocos amigos pero él solo sonríe y señala el lugar de la bestia con la cabeza. Miro en aquella dirección y me mantengo rígida al avanzar dos pasos con una lentitud desesperante.

—Mira esto—Se acerca con naturalidad y acaricia la cabeza de la bestia que le responde con entusiasmo al mover su cuerpo—. Acércate

Dudo, pero doy unos pasos más y tomo la mano que me extiende.

—Aldelante.

Me acerco un poco más, y con la misma lentitud que hace unos momentos acaricio su cabeza, justo como lo hacía el ángel. Su textura es suave, y su esencia lo rodea con pureza, sonrío al verlo moverse feliz y toda tensión en mi cuerpo por el miedo desaparece.

—¿A eso se refería Leo cuando dijo que sentía que lo trataban como perro?—Le pregunto, al recordar a Luna y Bruno discutir por algo así, él asiente—Tenía una idea de cómo y que eran los perros, pero jamás había visto uno tan de cerca. Y el miedo no me ayudó a reconocerlo.

Por Si Te Vuelvo A VerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora