CAPÍTULO 21

17 3 0
                                    

La vida tiene esa jodida costumbre de quitarnos la venda de los ojos cuando ya nos hemos enamorado del monstruo.
—Anónimo...

¥Aquel día¥

P.O.V Nicolás.

200 años atrás...

La discusión que se lleva acabo me mantiene al borde del pequeño hueco de la puerta, soy incapaz de mover un centímetro de mis extremidades por miedo a que descubran que estoy escuchando conversaciones que seguramente no debería. Pero no puedo evitar prestar suma atención a lo que aquellos espectros están tratando.

—No seas terco, busca a alguien competente para hacer la tarea —Menciona uno de ellos, no logro distinguir de quién se trata, no reconozco del todo las voces.

—Estamos hablando de un ser que utiliza su ballesta incluso con los ojos cerrados y acierta.

No entiendo muy bien de que se trata, he escuchado muy poco desde que pasaba a ir en busca de un poco de agua para uno de mis mayores y me detuve en la parte justa en la que hablaban de que es una tarea muy importante, lo había escuchado solo porque uno de ellos había alzado la voz a tal magnitud, que mi curiosidad fue mayor y acerqué mis narices tanto cómo pude a la madera.

—No será tan difícil, confía en que podré hacerlo, después de todo es solo una bruja con poderes y un poco de suerte. —Suena una voz distinta, con aires de grandeza.

Pongo los ojos en blanco, desde aquí he tenido deseos de bufar ante tal comentario, ha de tener demasiada confianza en sí mismo para estar subestimando de esa manera.

—Te recuerdo que curiosamente hay un chico que la acompaña, no sé que tipo de relación han de tener, solo he visto sus alas negras, pero actúa de manera confusa, así que estoy dudando que realmente sea un demonio...

El final lo dice en un tono tan bajo, que he terminado demasiado cerca de la puerta, al punto que sin percatarme me he inclinado sobre ella y mi pequeño peso ha hecho que se abra tan bruscamente que los señores han dejado la conversación a medio discutir.

Caigo de bruces contra el suelo de madera, me pongo de pie enseguida, pero no levanto la mirada, la mantengo gacha observando mis pantalones desgastados por el uso diario que les he dado, mis pies con unos zapatos que probablemente me dejarán descalzo más adelante, arrugo entre mis manos la camiseta azul que llevo puesta desde hace semanas, que ha perdido su color original por falta de lavar y ha de estar mal oliente, igual que mi cabello.

—¿Y tú quien eres?

No tenía que levantar la vista para saber el tipo de mirada que me estarían dando todos en el lugar, incluso en el tono de voz en el que ha hecho la pregunta es notoria la repugnancia que sienten con solo verme.

—Yo... Yo... —Tartamudeo y retuerzo más los dedos en la camiseta— Yo soy Nicolás, soy parte de los espectros que siempre están cerca de la entrada al bosque.

— Ajá, y ¿Se puede saber que se te perdió?

—Yo... Estemmm... Yo... —Sigo tartamudeando, y sé que a uno de ellos se le ha agotado la paciencia cuando se pone de pie con brusquedad, sobresaltándome en el acto— Yo quiero ir a cumplir la tarea de la que estaban hablando!

¿Qué estupideces se supone que estoy diciendo?

El silencio que se había creado en el lugar, fue interrumpido por la risa de uno de los presentes, que me hizo levantar la cabeza por fin.

Por Si Te Vuelvo A VerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora