𝐒𝐑 ┃ 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 «12»

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(Min Yoongi)

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(Min Yoongi)

―¡Vamos Yoongi, anímate que pareces un puto zombi! ―dijo ella, con sorna.

―Es que... yo...

―Yo tomo la decisión por ambos, no te preocupes. ―dijo agarrando mi brazo y, señalando con descaro la puerta de salida que estaba a nuestra derecha, añadió― Vámonos... ahora...

Antes de salir, nos cercioramos qué nadie nos viera. Juntos. Yo no pensaba discutir, no merecía la pena, de modo que no me molesté en contestar. La miré durante unos segundos sin decir nada. Permanecemos un rato en silencio, cohibidos por ese tiempo que no existe, que nunca ha existido entre nosotros, al fin y al cabo nunca llegamos a tener nada serio. Entre besuqueos y tropezones, entramos al baño de su habitación.

Luego apoya las manos atrás, sobre el blanco mármol, se impulsa con los antebrazos y se aúpa, sentándose al lado del lavabo. Después estira las piernas y me rodea con ellas. Cuando estoy a punto de besarla veo sobresalir la goma de sus bragas sobre la cinturilla del pantalón, y eso me excita todavía más. Mientras me desabrocho los pantalones, unos golpecitos inoportunos suenan en la puerta. También esto me excita, ¿Será su padre?

―¿Quién es?

―¿Qué haces, hija? ―hablan detrás de la puerta cerrada. Una voz masculina.

―No me siento bien, no he tenido un buen día hoy y quiero estar sola. ¿Puedes irte? ―dice, mirándome sonriente.

Es una gran mentirosa. Cuando salimos del cuarto de baño, la habitación estaba sola, me paró en seco, y de pié veo cómo pone las dos copas sobre la mesita de noche y las llena hasta la mitad. Me ofrece vino, pero nos salen unos brindis de lo más vulgar. Me siento en la cama. Ella bebe en honor de las chicas atrevidas, y yo, llevando mi mano libre a mi polla dura, lo hago por lo que tengo debajo de mis pantalones.

De detrás de sus fachada de buena chica y sus tangas de buscona, extrae un objeto alargado, familiar, venoso y de un tamaño significativo. Lo estudia con curiosidad, luego me mira y se lo acerca a los labios. Lo chupa rectamente, mirándome a los ojos.

Me sonríe, me gusta su forma de jugar con la lengua bajo el glande de látex y, sin embargo, no tarda en devolverlo al cajón con un amago de desdén para, acto seguido, bajarme la cremallera del pantalón, extraer mi miembro con esfuerzo y cruzarse de brazos, alardeando de polla, de sus enormes músculos y antebrazos. Aquel canoso no tendría la velocidad ni la agilidad de antaño, pero las compensaba con una auténtica fuerza animal.

Soy hombre que no es ningún tonto, se da cuenta de su excesivo interés en mí, concretamente en el miembro que se curva hacia arriba desde la abertura de su pantalón. Me mira con un interrogante enorme que se revela en su ceño fruncido y en su actitud marcial. Bibi está segura de que se me está haciendo la boca agua, y no se equivoca.

Es demasiado arrogante y segura de sí misma como para tomarse a risa cualquier cosa que tenga que ver con el tamaño de mi polla y, precisamente por eso, se me doblan las rodillas. Después, miró hacia arriba y contempló el objeto de su deseo. La boca se le hace agua, en efecto, estoy seguro que se le humedece con sólo ver mí imponente polla y aquellas pesadas pelotas.

―¡Dios mío, sí que estás dotado! ―dice.

Todo mí cuerpo se estremece y la mente se me llena de imágenes de ella haciéndome llegar al orgasmo con su boca en mi miembro. Es que vamos a ser honestos, a tener una erección francamente apetitosa. ¿Quién se negaría? Sus ojos pecaminosos me recorrían sin ningún escrúpulo, sin embargo, no me sorprende, estábamos hablando de Bibi.

La chica sin vergüenza que no tiene ni un poco de pena. Segundos tras segundos, me quedé allí, admirando su belleza natural, ¿Cómo es posible que se vea aún más guapa con poca luz? Pareciera que la falta de luz, la hacía brillar aún más, sus labios entreabiertos largando aire caliente, sus ojos oscuros brillantes con una profundidad coqueta e intensa, sus labios rosados y remojados por su saliva, lo hacían aún más sexy. Estoy impaciente. Mí cuerpo pide por ella, por qué nos fundamos en un beso, tocarnos piel a piel. Pero, luego me preguntó: ¿En qué mierda estoy pensando?

Mientras relamo mí miembro, Bibi comienza a sacar mis braguitas del cajón. Las revisa una a una y la que no le gusta la arroja sobre la cama sin más, pero, la que sí, empieza a pasármela bajo la nariz, de lado a lado, rozando tanto mi pollón como mis labios. Luego también ésas van a parar sobre las sábanas.

Mí falo me llena por completo, respiro con dificultad, lo cual me hace sentir subyugado a más no poder. Mi vientre bajo palpita a medida que el cajón se vacía, me voy poniendo nervioso, y el motivo no tarda en salir a la luz.

―Vaya sorpresa. ―miente descaradamente― No sé cómo llegó esto aquí.

Es un envase de la marca Dúrex, morado, con forma de cilindro y su implícita utilidad hace que le ardan las mejillas. Entonces Bibi, detallista hasta el extremo, vuelve a ofrecerme la copa de tinto. A partir de entonces intercalo un sorbo de vino, con unas cuantas mamadas a mí polla. Por suerte, aunque el tinto se acaba, mi miembro permanece tan tieso como al principio.

―Vas a ser un postre maravilloso. ―dijo tras apenas mojarse los labios― No me cabe duda.

Dos segundos más tarde, Bibi se sienta sobre la cama cubierta de bragas, y me pide que me acerque. Pose las manos sobre su cintura para, desde ahí, recorrer el contorno de su trasero. Soy bastante más alto que ella, le deja sentir la calidez de mi aliento en la sien. Ha dado un gran rodeo para alcanzar sus nalgas, pero una vez las tiene en sus manos, las estrujó sin miedo.

―Mmmm... Qué maravilla. ―admití, satisfecho con el vigor de su trasero.

Se estremezce, hechizada por mis ojos, que la acaricia como si ella me perteneciera. Mis ojos chispean de alegría cuando percibe el sutil contoneo de sus caderas, y sonríe de nuevo. Durante unos instantes, me limité a tocarle por encima de la ropa. Sus pezones, visiblemente endurecidos bajo la tela, parecen pedir a gritos que aproxime su boca.

―Voy a desnudarte. ―le advierto.

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«𝐒𝐂𝐇𝐎𝐎𝐋 𝐑𝐔𝐌𝐎𝐑𝐒» ➸ ❝𝗠𝗬𝗚❞ (+¹8) (✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora