Capítulo 2

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Sí, llevaba tres años insertado en la sociedad humana moderna

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Sí, llevaba tres años insertado en la sociedad humana moderna. No, eso no me había ayudado a saber qué cosa era aquella paleta plástica con dos pequeñas franjas rojas en medio. Miré a Luna, que había dejado de gritar solo para tirarse de los cabellos con una actitud desquiciada. Intenté hablar con ella, pero no reaccionó a las primeras diez veces que la llamé.

—Luna, dime qué está pasando.

—No tengo idea... —logró articular— No tengo la más mínima idea.

—Pero... ¿por qué gritas así?

Otra oleada de chillidos la asaltó. Solo después de superada la misma logré comprender a medias lo que decía. Su rostro estaba bañado en lágrimas cuando se giró hacia mí.

—... positivo.

—¿Positivo?

—Es una prueba.

—Positivo es algo bueno, ¿no?

Luna me miró como si el que hubiese enloquecido fuese yo. Me sentí estúpido, como cuando la conocí por primera vez, y decía que su laptop era una caja negra con un portal dentro. La ignorancia no me sentaba nada bien. Me hacía menos atractivo, y por eso la odiaba. Nada me ponía de peor humor que sentirme menos guapo. Pero tenía que aceptar que en este asunto estaba de manos atadas. Y a ciegas.

—¡No lo es! —me gritó— No, Azazyel. ¡No cuando se trata de una prueba de embarazo!

—Una prueba de embarazo —repetí en modo automático, aún sin comprender lo que sucedía.

Al principio me costó procesar lo que había dicho. Bastante. De hecho, me comporté como un retrasado. Como si no fuese una criatura sin defectos, sino un humano con discapacidades mentales.

—Vaya —comenté—. ¿Thalya piensa tener una cría de ese novio suyo nuevo?

Luna se me quedó mirando con furia y entonces pude comprender todo lo que había estado pasando desde un tiempo hacia ese momento. Todas las señales habían estado ahí para que las descubriera, pero me había comportado como un simple e imperfecto mortal.

—La prueba es mía —sentenció Luna, logrando paralizarme de miedo—. Estoy embarazada.

De repente todas las locuras extremas de Luna cobraban sentido. Por eso no soportaba el olor de la carne cruda, y por eso había desarrollado aquel gusto por mis juguitos de pera. Por los coros celestiales, Luna llevaba una criatura dentro. Y lo que era más extraordinario aún, una criatura mía. ¿Cómo demonios se le llamaba a eso? No podía recordarlo. Me sentí aturdido con la noticia, por lo cual fui incapaz de decir nada. Mi falta de respuesta solo consiguió alterarla más.

—Antes de que te atrevas a dudar de tu paternidad, te aviso que no estoy de humor para estupideces.

—Embarazada... —resoplé y luego me reí desconcertado— ¿Cómo es posible?

Un ángel en problemas [II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora