Capítulo 5

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No, la verdad no estaba ni un poco sorprendido

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No, la verdad no estaba ni un poco sorprendido. De hecho, podía decir que su visita había tardado demasiado. Me volteé a enfrentarlo varios segundos después, para demostrarle que no me intimidaba su presencia y que no estaba preocupado. Aunque de lo último no estaba muy convencido.

—Rafael.

—Azazyel —pronunció mi nombre con hostilidad—. No es un placer verte.

—Comparto el sentimiento.

—Sabes porqué estoy aquí, ¿cierto? Ya lo descubriste.

Asentí sin dejar que mis emociones perturbaran mi rostro. Si había guardado alguna absurda esperanza de que el estado de Luna no hubiese llegado a los oídos de los arcángeles, esta acababa de hacerse añicos frente a mí. Por supuesto que lo sabían. Tenían ojos y oídos en todas partes, pero habían mandado a los novatos a hacer su trabajo sucio. Eché un vistazo a la señora del puesto de venta. Ella y todos los demás humanos presentes parecían haber pausado su movimiento. Tal era el poder de un ángel del rango de Rafael. Por supuesto, dado el hecho de que lo conocía desde que no era más que un cachorro desplumado, sus habilidades adquiridas a través de su avance en la escala jerárquica no me impresionaban. Podía morir con la misma facilidad con que lo había hecho el ángel que atacó a Luna. Y moriría si llegaba a intentar lo mismo que dicha escoria.

—Te advertí que dejaras a la humana.

—¿A qué has venido? Tus novatos ya atacaron primero, yo solo me defendí.

—Rael no te atacó —aclaró, y supuse que era el nombre del ángel muerto.

—Amenazó la vida de Luna, y para mí eso es muchísimo peor.

Rafael se quedó quieto por un instante, sus ojos se clavaron en los míos tratando de intimidarme. Al no lograrlo, emitió un suspiro exagerado.

—Un nefilim es una criatura abominable, no podemos permitir que nazca. Si te atreves a incumplir esta regla de nuestro padre, Azazyel...

Algo en sus palabras me molestó. No era la simple amenaza de lo que podía ocurrirme por traer un híbrido al mundo. Era la manera en la que él se refería al nefilim como una aberración. Una cosa era que yo lo llamase así. Era mío, tenía derecho a decir lo que me pareciera más conveniente sobre él. Pero que otro lo llamase así, lo discriminase de ese modo, me provocaba sentimientos encontrados. Recordé a Luna. Su rostro ilusionado esa mañana mientras me hablaba sobre la familia que siempre había querido tener. ¿Y si Sam tenía razón? ¿Si no era más que una criatura con apariencia mortal y alguna que otra habilidad? ¿Y si ni siquiera tenía una habilidad? Si aquel híbrido lograra nacer y parecerse a Luna, aunque fuese solo en una de sus pecas, me tendría en sus manos. La decisión estaba tomada entonces. Iba a protegerlos a ambos con mi vida.

—Voy a atreverme —le aseguré—. Voy a atreverme y lo puedes apostar.

—No seas insolente. Tu humana está a tiempo de detener esta locura.

Un ángel en problemas [II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora