Luna estiró su cuerpo sobre la cama y emitió un sonido adorable que ya conocía bien. Esta vez no estaba dormido junto a ella. Apenas había pegado un ojo y me había levantado con las primeras luces del día. Llevé a mis labios la taza de café y bebí el último sorbo antes de verla despertar por completo.
—¡Es tarde! —exclamó, intentando ponerse de pie— Oh, oh... No, no. Hay que levantarse despacio.
—¿Te encuentras bien? —le pregunté, sentándome junto a ella en el borde de la cama.
—Sí. Solo he tenido un mareo.
Como si me hubiese podido olvidar de su estado actual. Luna pareció recordarlo en ese instante y su mano se tensó, apretando mi muslo. Sabía que nos faltaba mucho por hablar y que ella aún no me perdonaba del todo por mi error. Me parecía que Luna enfrentaba un conflicto en su interior. Uno que tenía que ver con ese nefilim. Sabía que ella podría hacerse una idea equivocada de lo que era en verdad, y de ese modo solo conseguiría hacerse daño.
—Iré a ducharme para ir a trabajar.
—No es necesario. Llamé a Duncan y a Emily. Se harán cargo por hoy, y posiblemente por todo lo que queda de semana.
—¿Toda la semana? No creo que sea...
—Luna... —le advertí, mirándola con seriedad— La prioridad ahora es tu vida. No me lo pongas difícil, cariño.
La observé tragar en seco y tomar sus cosas para dirigirse al baño. Tenía el desayuno preparado en la mesa cuando salió de la habitación, llevando un vestido sencillo y su bolso favorito. Pretendía salir. Creí que me daría más dificultades convencerla de comer, pero se sentó en silencio y comenzó a mordisquear una tostada de pan, sin siquiera mirar la mantequilla.
—Saldré con Thalya —comentó, bebiendo chocolate caliente.
—¿A dónde?
—De compras.
Su respuesta se había demorado demasiado en llegar. No podía creerlo. No la había estado mirando, pero en cuanto fijé la vista en sus pupilas, noté la mentira. Ayudaba a reconocerla el hecho de que desviara los ojos de inmediato, y comenzara a mover sus tostadas de un lado a otro del plato.
—Inténtalo de nuevo.
—De acuerdo, iré al hospital.
—¿Te sientes mal? Te llevo.
—No me siento mal. Y no es necesario que vayas, Thalya me hará compañía. Va a infartar cuando se entere de la verdad, pero se quedará conmigo.
Ahí estaba, el ligero tono de reproche acompañando al desvío de sus ojos a cualquier lugar menos hacia mí. Dolía más que una daga clavándose en la base de mis alas. El saber que se había sentido sola mientras yo tenía mi crisis y que, a pesar de comprenderlo, le había afectado.
ESTÁS LEYENDO
Un ángel en problemas [II]
Humor¿Qué es peor que una humana loca y un ángel caído, juntos? Esperen, no contesten eso. Ya me hago una idea. *** Si tres años atrás me hubiesen dicho que estaría viviendo con una humana y feliz con ello, me hubiera re...