Capítulo 12

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Ya podía darme por muerto

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Ya podía darme por muerto. Que precisamente él fuese el padre de Luna era una broma de mal gusto. Sariel me clavó sus ojos al tiempo que abría los brazos para abrazar a su hija. Ella parecía haber olvidado que estaba enojada con él y había caminado hacia su encuentro. Era un maldito arcángel. Sariel, el encargado de los hombres que pecaban. Tenía fama de apuñalar primero y hacer preguntas después. Estaba a punto de comprobarlo. Y no era que hubiese decidido adoptarla, como parte de una torcida obra de caridad angelical. Allí estaba el cabello rojo y las pecas sobre la nariz para probar que era su descendiente directa. Eso la convertía en un nephilim, y yo como un idiota había estado llamándola abominación en su cara.

Había hablado por teléfono con él, maldición. Ambos actuando como humanos normales. Sin tener ni una pista de lo que me esperaba. Luna alzó la cabeza en ese momento y notó la mirada asesina de su padre sobre mí. Entonces volteó hacia mí y percibió mi instinto de supervivencia a flor de piel.

—¿Qué sucede? —preguntó ella.

—Te voy a matar, infeliz.

Sariel se apartó de su hija y se lanzó hacia mí. La expresión de su rostro era la de un homicida. Todos lo vieron atravesar la habitación y extender la mano para agarrar mi cuello. Me moví un segundo antes de que pudiera concretar su acción.

—¡Papá! ¡¿Qué haces?!

—¡Ahora no, Luna! —le gritó él a su vez.

—¡Sariel! —exclamó la señora Vance mientras Lucas se reía, el muy desgraciado.

Pensé en devolver los ataques, no lo podía negar. Pero el rostro acongojado de Luna me decía que si hería a su padre ella sufriría demasiado. No podía ser yo quien le provocase tal dolor. Me sentía confuso, sin saber bien qué hacer salvo rehuir los golpes. La madre de Luna intervino entonces.

—¡Si no te detienes en este instante, Sariel... lo vas a lamentar!

Mis ojos no podían creer lo que veían. El arcángel paró en seco su avance y se giró hacia la humana, apenado. ¿Así de dócil me veía cuando Luna me regañaba? Qué horror.

—Lucas, por favor —le pidió Sariel a su hijo—. Lleva a todos al jardín. Tengo un par de asuntos que resolver con este sujeto.

—Papá no vas a sacar...

—Luna, eso está fuera de discusión. Abandona esta sala en este instante.

—¿O qué? —lo retó— Soy una adulta, maldita sea. Dime lo que está pasando o me marcho de aquí y nunca más vas a verme en tu vida.

Sariel hizo una mueca de advertencia. No supe si por la expresión de su hija o por las amenazas que había proferido. Todavía no podía hacerme a la idea de que Luna fuese un nephilim. Eso demostraba que en realidad sabíamos muy poco sobre esas criaturas. Nada los delataba como híbridos, sino que iban por el mundo como humanos comunes. Lo que me llevaba al origen del hecho. Sariel seguía siendo un arcángel a pesar de haber cometido el peor de los pecados de nuestra especie. Aparearse con una humana, engendrar dos hijos con ella. Tenía que darme el truco para quitarme de encima a los emplumados.

Un ángel en problemas [II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora