Luna estaba asustada. Lo podía ver en sus ojos llorosos y en la forma en que sus labios se tensaban al observar a sus atacantes. El brazo del ángel se curvaba en un ángulo imposible al tiempo que la criatura gritaba de dolor. Tomé el cuchillo y logré hacer un corte bajo su ala derecha antes de que su compañero se lanzara a mi espalda para intentar detenerme. Me compadecí de aquellos novatos, por tener que hacer el trabajo sucio del cielo. Caí al pavimento y giré para enfrentar a aquel bueno para nada. Un corte en su cara lo hizo volver a pensar su estrategia.
—¿De verdad quieres hacer esto? —le pregunté al ponerme de pie.
—Mi tarea es llevarme a la humana —se atrevió a contestar el emplumado de la mano inutilizada—. Y la pienso cumplir.
—Vamos a ver cómo lo logras cuando te corte en pedacitos.
Su respuesta se cortó cuando el cuchillo salió disparado desde mis dedos y se clavó en su pecho. El ángel cayó sentado y un hilo grueso de sangre barbotó por sus labios. Había recibido la hoja en el punto exacto donde se concentraba su "gracia" o energía celestial. No había retorno después de eso. Estaría muerto en apenas un segundo y su cuerpo se convertiría en polvo sin dejar siquiera un rastro. Al menos no uno que un humano pudiera notar. Había sido demasiado compasivo al darle una muerte rápida, la rabia me había cegado y no pude evitarlo. Agarré al otro por la punta de las alas cuando se giró para alzar el vuelo y desaparecer de allí. Retorcí sus apéndices angelicales con rabia, intentando infringirle todo el dolor que fuera capaz de proporcionarle. No se merecía menos, no después de ver cómo había alterado a Luna y cómo había amenazado a mis hijos.
—Ni siquiera sé quién es la humana —musitó el novato, tembloroso—. Solo cumplía órdenes, Azazyel. No sabía que estaba contigo, lo juro...
—Tranquilo, no jures. Dicen que es de mal gusto —le susurré con los dientes apretados, arrancando una o dos plumas—. No vas a morir aquí. Tienes un mensaje importante que entregar.
—Haré lo que sea, pero no me arranques las alas. No quiero terminar como Ramuel...
Así que la historia de mi encuentro con aquella sabandija traidora había llegado hasta las puertas del cielo. ¿Qué otra cosa se podía esperar de quienes habían descubierto que iba a ser padre incluso antes de que yo lo hiciese?
—Vas a decirle a Rafael, y a cualquier otro que esté detrás de este ataque, que van a tener que pasar sobre mi cadáver para llevársela a ella —le aseguré, furioso—. Y antes de caer me llevaré a una buena parte de ustedes al otro lado.
Torcí la piel de la base de sus alas con intenciones de hacerlo gritar, lo que logré con sorprendente facilidad. Aquellos novatos eran demasiado blandos.
—¿Te quedó claro, escoria celestial?
—Sí. Llevaré tu mensaje. Y rogaré porque me escuchen.
—Inténtalo como si te fuera la vida en ello. Porque así será.
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Un ángel en problemas [II]
Humor¿Qué es peor que una humana loca y un ángel caído, juntos? Esperen, no contesten eso. Ya me hago una idea. *** Si tres años atrás me hubiesen dicho que estaría viviendo con una humana y feliz con ello, me hubiera re...