Amores de una vida: amores distintos

Charlie Weasley

A Charlie le gustaban los animales, las bestias mágicas y sobre todo los dragones. Era eso lo que ocupaba su mente y corazón. Nunca pensó en otra persona como alguien a quien pudiera amar. De hecho casi no le gustaba la gente, no sabía relacionarse bien con ella. Podía estar en medio de una jauría de animales pero no en medio de una multitud de gente.

Cuando le pidieron que fuera a la afamada convención se negó. La primera razón que dio para ir no se la aceptaron, él dijo que para qué ir si él servía mejor en la reserva de dragones, le dijeron que podría aprender algo allá y podría ser útil una vez que regresará. La segunda, fue que él no era de aprendizaje teórico, debes estar abierto a nuevas estilos y estrategias de aprendizaje, además no todo era teórico en la convención. La tercera fue que no quería ir, esa no quería recordar que le habían dicho. La cuarta fue que no le gustaba la gente, ahí si parecieron más empaticos con él y le dijeron que estaba bien iría algún  compañero, pero de todos modos lo regañaron.

Al final su compañero tuvo un problema en la reserva, resultó herido y él tuvo que ir en su lugar. Odiaba los lugares concurridos, aún así aceptaba que la Gran Convención era la GRAN CONVENCIÓN. Esa cosa era impresionante. No se llevaban a cabo en ciudades grandes o muy reconocidas. Era como si de repente apuntarán aleatoriamente en un mapa y ahí tenían la sede anual. Además esto les permitía a los organizadores tener convención de dos semana y que casi pareciera una feria.

No podía negar que aquello era divertido. Estaba en una ciudad de la cual apenas podía pronunciar su nombre y donde ni hablaba el idioma, pero no le importo. Estaba rodeado de gente que amaba a los criaturas mágicas tanto como él y también  se encontró con un sentimiento nuevo en él.