Un gran resplandor fue lo primero que me acompañó a mi nuevo mundo mientras caía desde una altura considerable sobre un río de agua helada.
Perdido y desamparado, empecé a intentar encontrar lo que era arriba y abajo en la oscuridad, no quería ahogarme nada más renacer.
Enel fondo del río algo blando y frío se revolvió en mi mano. ¿Qué clase de monstruos habitaría este mundo? Empecé repasar en mi mente un compendio de criaturas lovecraftianas que se cortó cuando la frialdad salió del agua: Poseía forma de mujer.
Nos miramos a la luz de las estrellas, sorprendidos. Era un poco más bajita que yo, con una larga melena rubia que se mezclaba con el río, de rasgos delicados, piel blanca, grandes pechos... y uno de ellos estaba en mi mano. Ambos debimos darnos cuenta al mismo tiempo, pues bajamos la mirada hasta ésta.
Me abofeteó a la vez que gritaba a pleno pulmón, y echó a correr en dirección opuesta.
—¡No, espera! —grité mientras seguía sus pasos. «Rápido han empezado los malditos tópicos»— ¡Ha sido un malentendido!
En su huida debió tropezar con algo, pues cayó en el borde del río y yo fui a parar encima de ella... de nuevo. Durante una fracción de segundo quedamos en silencio, su pelo cayó con delicadeza dejando entrever una oreja acabada en pico.
—¡Sarae act tenaemi!—Sus ojos azules empezaron a resplandecer tenuemente mientras su mirada se endurecía, las venas principales de su cuerpo siguieron el tintineo en color y ritmo—. Aléjate de mí, pues soy Shaena Nanhartiel, princesa del mayor imperio élfico conocido a este lado del Río Gaerel. Si me tocas un solo pelo tú y tu estirpe lo lamentaréis, tu capa del infierno será borrada con nuestra magia helada, demonio.
—¿Demonio? ¿Yo? —Increpé con incredulidad mientras me levantaba.
—Sí, tu disfraz deshumano es casi perfecto, pero tu impía ánima no puede ocultarse por completo, un demonio no puede ocultar sus cuernos aunque se disfrace.
—Tengo... ¿Tengo cuernos? —Empecé a buscarme en la cabeza, tal vez esa diosa me hizo no ser un humano en esta reencarnación.
—Ahí no, aquí. —Y lo que agarró no fue un cuerno. «De verdad que voy a odiar este mundo»
Al contacto con su fría mano un escalofrío recorrió mi espalda y sus ojos se abrieron hasta una mueca grotesca. Antes de desmayarme pude ver un último brillo en sus ojos azules, un gran bloque de hielo saliendo de sus manos directamente contra mi pecho y el río abrazándome en sus aguas heladas una vez más.** *
Cuando recobré el conocimiento noté cómo la piel de mi torso crujía al moverme y se intentaba desgarrar a causa de la escarcha al intentar incorporarme.
Recorrí con la mirada donde me encontraba: Una cama con doseles, un escritorio junto a unos estantes repletos de libros a mi izquierda e incluso una bañera y un vestidor detrás de unos biombos de una madera oscura, toda una habitación, a decir verdad.
Un elfo de una barba canosa que parecía eterna, con unas cejas ridículamente largas y una coleta baja también blancas me miraba con unos ojos azules repletos de desconfianza mientras se acercaba a mí en el momento en el que oyó mi quejido.
—¡Despacio, despacio! Te has llevado una buena paliza. Tendrías que haber visto el revuelo que hubo anoche cuando llegaste.Se atusó la túnica blanca al sentarse en el borde de la cama. En contrapunto con su expresión, su voz era amable y áspera.
—Perdona... ¿dónde estoy?
—En una de las muchas habitaciones de invitados del palacio Nanhartiel. Te desmayaste y mi nieta te trajo hasta aquí con el cuerpo escarchado.
—...¿Qué sabe exactamente?El anciano carcajeó.
—La respuesta es... ¿qué sabes tú, muchacho? ¡Pues parece que te has metido en un buen lío! —Lo dijo en un tono divertido que no acompañaba a la gravedad que intentaba transmitirme.
—Si lesoy sincero... no sé nada de nada, acabo de llegar.
—¿Esla primera vez que ves elfos?
—Sí, señor.
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Lo que sucede cuando morimos.
FantasyVolumen 1: "Vientos de cambio" Estado: 15/24(?) Cuando Akihiro murió, un dios creó un mundo que creía idílico para él, mezcla de sus pensamientos y gustos actuales y de joven. Eso formó un mundo lleno de clichés de otaku de los que ahora reniega. Po...