CAPÍTULO DIECINUEVE.
Enoch.
Sonrío como un idiota mientras finjo dibujar un edificio, viendo de reojo cómo Aledis intenta mantenerse sentada en el sofá de cuero pero no puede porque le duele el culo.
Mi sumisa descarada vive buscando castigos por parte de su espectacular amo.
Creí que con lo que le hice ayer aprendería la lección y se mantendría, nunca mejor dicho, sumisa durante una buena temporada. Qué iluso he sido.
Siendo sincero, hacerme una mamada mientras estaba reunido con unos inversores ha sido bastante arriesgado. Menos mal que tengo bastante autocontrol, aunque casi me quedo sin dientes por apretar tanto la mandíbula.
No debería decir esto, pero me ha gustado que tomase la iniciativa y quisiera vengarse por haberla hecho un chupetón. La verdad es que no sé ni cuando se lo hice, lo vi esta mañana cuando me desperté.
Jamás diré en voz alta que me ha gustado su acto temerario, claro, sería una deshonra para los amos del mundo.
—Aledis —la llamo soltando un suspiro y dejando el lapicero a un lado de la hoja de dibujo—, ¿podrías estarte quieta?
—No puedo sentarme —protesta.
—Pues túmbate, no te va a ver nadie —digo con obviedad.
Ella parece meditarlo unos segundos hasta que decide hacerme caso —qué sorpresa— y se tumba boca abajo en el sofá. La forma en la que se ha tumbado me permite ver sus largas piernas a la perfección y, si pidiera que se levantase la falda... vería mi sitio favorito.
Me centro nuevamente en el diseño mientras que Aledis empieza a jugar con sus piernas, doblándolas hasta que sus tobillos casi tocan su espalda. El movimiento de sus piernas me distrae, y lo hace aún más cuando huelo algo que me encanta.
—Llamas —la llamo de nuevo—, deja de mover las piernas.
—¿Por qué?
—Porque el olor de tu excitación me está desconcentrando.
Aledis tiene un no sé qué que me impide ser completamente sensato con ella; me ha costado más de lo que me gustaría admitir dejarla insatisfecha.
Pensé que nunca sería capaz de prohibir que se corriese, sinceramente. Por mucho que me guste estar en su boca, se ha pasado tres pueblos, así que ha recibido su merecido.
—¡Pues déjame terminar! —grita con frustración.
—Haberlo pensado antes de meterte mi polla en la boca —sonrío como un angelito.
—Pero me gusta tener tu polla en mi boca —hace un puchero que logra que desee metérsela nuevamente hasta la garganta.
—Estate quieta y callada —ordeno antes de volver a mi trabajo.
Aunque me gusta que esté aquí, en mi empresa, no logro centrarme en lo que tengo que hacer. Aledis Bruns es una maldita distracción para mí.
Dejo de mirarla de reojo durante unos minutos en los que logro avanzar en el boceto de un nuevo edificio que van a construir en el centro de la ciudad.
Dibujar siempre me ha relajado, por eso decidí hacerme arquitecto. No podría imaginar un trabajo mejor para mí. Supongo que lo heredé de mi padre, es lo único por lo que estoy agradecido con él.
La relación con mis padres es tan fina que podría romperse a la mínima de cambio.
Mi ceño se frunce a veces al percatarme del silencio sepulcral que reina en la sala; en vez de mirar qué hace, aprovecho que estoy inspirado para poder acabarlo.
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Infierno [+21] [TAI#1]
Romance[EN PROCESO] «Éramos amo y sumisa, pasión e inocencia, hielo y fuego» *** Necesitaba escapar del infierno en el que estaba viviendo. Pero quizá acabé en un sitio peor. A manos de alguien peor. Se convirtió en mi amo y señor. Me convertí en su escla...