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CAPÍTULO VEINTISIETE.

Enoch.

Odio mentir, más a Aledis, y lo he hecho esta mañana nada más despertarnos.

Mientras recojo algunas carpetas que necesito en el despacho de mi empresa, me maldigo internamente por no haber sido lo suficientemente valiente como para contarle la verdad: que tengo que irme un mes a Alemania.

En cambio, cuando me ha preguntado que por qué voy al trabajo si ya estoy de vacaciones, le he dicho que se me había olvidado darle un boceto a uno de mis trabajadores.

Ella me ha creído, claro, porque, ¿cuándo la he mentido yo? Nunca, hasta ahora. Y me siento fatal por ello.

Aprieto la mandíbula y termino de coger las carpetas que necesitaré llevar al viaje. Hecho un último vistazo al despacho, decidido a salir de ahí, volver a casa y ser sincero con mi sumisa.

No paro de poner excusas desde que me enteré. Primero lo aplacé porque era mi cumpleaños, luego porque la veía feliz y no quería fastidiarlo, después me convencí de que no era tan importante y al final... al final decidí que si se lo decía un día antes, todo saldría bien.

Pero ya no más, no más excusas. En cuanto la vea, se lo digo.

—Vamos a casa —le ordeno a Alonzo, abriendo la puerta del coche y metiéndome dentro.

El viaje transcurre en silencio y se me hace extremadamente lento. Es como si el tiempo conspirase en mi contra, queriendo que los nervios me jueguen una mala pasada.

Sin saber por qué, giro mi móvil entre mis dedos y de vez en cuando lo enciendo, esperando a que... Sinceramente, no sé a qué estoy esperando.

Cuando veo que estamos cerca de casa, me llega un mensaje de mi madre. Suspiro antes de abrirlo y leerlo.

Mamá: dame más información sobre Aledis, como los nombres de sus padres o algo así.

Extrañado, frunzo el ceño, tecleando rápidamente una respuesta.

Yo: ¿para qué quieres saber los nombres de mis suegros?

Sonrío al imaginarme la cara que estará poniendo tras leer cómo he llamado a los padres de Aledis.

Mamá: para investigarla, obviamente. No voy a quedarme de brazos cruzados viendo como se lleva todo nuestro dinero.

Y ahí va de nuevo, restregándome por la cara algo que no va a suceder. ¿Por qué está tan obsesionada con que Aledis va tras mi dinero? Sé de primera mano que no es así, porque le he ofrecido dinero más de una vez y siempre lo ha rechazado. No hay más que recordar cómo se puso cuando se enteró de que tiene una cuenta a su nombre.

Si se enterase nuestra madre...

Entonces, ¿por qué no me hace caso? Ninguna de las chicas con las que he estado me ha robado, ¿por qué está tan paranoica?

Yo: no vas a hacer tal cosa. Aledis no es una cazafortunas, ya os lo hemos explicado. En vez de maquinar planes, ¿por qué no piensas en una forma de ser más amable con la gente que no conoces?

Mamá: Enoch, estás jugando con fuego y te vas a arrepentir.

Yo: amenázame todo lo que quieras, madre, yo sé cómo es mi novia, no necesito tu aprobación para nada. No quiero volver a veros hasta que no estéis dispuestos a ser amables con ella y a tratarla con respeto.

Infierno [+21] [TAI#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora