32.

2.6K 158 51
                                    

CAPÍTULO TREINTA Y DOS.

—Por favor —suplico, juntando las palmas de las manos.

—No.

—Porfa.

—Que no.

—Haré lo que quieras.

—Lo que quiero es que me hagas caso.

—No se enterará, te lo prometo. Por favor.

—He dicho que no —repite.

—No seas cruel —protesto—. Si tú no lo dices...

—Terminará enterándose y lo sabes.

—Venga, Alessandro —frunzo el ceño—. ¡No tengo hambre!

—Soy tu maldito niñero, bambina, literalmente. Así que haz un esfuerzo y desayuna.

—No —me cruzo de brazos cual niña caprichosa.

—Empiezo a entender por qué Enoch te castiga —se levanta de la silla, luciendo agotado—. Si no quieres desayunar es tu problema, pero va a enterarse y se enfadará contigo.

—No va a enterarse —repito. Es imposible que lo haga si nadie se lo dice.

—Le subestimas, bambina —suelta un suspiro y mira la hora en su reloj—. ¿A qué hora nos vamos?

—Hemos quedado con Melania y Enzo a las once. Calcula tú a qué hora quieres salir de aquí para llegar a tiempo —pido para ahorrarme tener que pensar.

—¿Tu amo y tú sabéis que no soy vuestro esclavo? —protesta antes de salir refunfuñando de la cocina.

Sonrío cuando ya no puede verme, contenta por haberme salido con la mía. Al menos hasta que la pantalla de mi móvil se ilumina al recibir un mensaje de Enoch.

Imposible. No me creo que lo sepa, no puede ser, ¡es imposible!

Amo gruñón: desayuna, Aledis.

Yo: eso hago.

Amo gruñón: sobornar a Alessandro no me parece que sea desayunar.

Yo: ¿te lo ha dicho? ¡Es un chivato!

Amo gruñón: él no ha sido. Y no me preguntes, no desvelaré el nombre de mi espía.

A mi alrededor no hay nadie, así que o me conoce muy bien o...

Yo: ¿hay cámaras?

Amo gruñón: dentro de casa no. Deja de jugar al policía y ponte a desayunar. Hazlo si no quieres que te llame cada mañana para ver si comes.

Apago el móvil y lo dejo en la encimera. Qué pesado es, ¿no puede entender que las personas a veces no tienen hambre? Y, ¿por qué me controla más estando lejos?

Tiene una obsesión poco sana con el control, debería hacérselo mirar.

A regañadientes y sin ninguna gana, cojo un paquete de galletas y me fuerzo a comerlas.  Mi móvil se enciende de nuevo, esta vez por una llamada.

Acabo de dejar plantado a Devin para saber si estás comiendo, así que espero que así sea.

Ni hola, ni cómo estás, ni qué tal todo. Él sí que merece un castigo. Algún día, algún día.

Infierno [+21] [TAI#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora