41.

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CAPÍTULO CUARENTA Y UNO.

—¿Estás cien por cien segura de que no sabe que estás embarazada?

—Sí —respondo a Melania—. O no. No lo sé. Él siempre sabe cuando me tiene que venir la regla pero... ha estado distraído con lo de las llamadas de su madre, y no me ha dicho nada así que...

—No tiene sentido —se apoya contra el respaldo del sofá, mirando hacia el techo y soltando un suspiro—. Si no lo sabe, no está enfadado por eso. Entonces tiene que ser por algo que le haya dicho la zorra de su madre.

—No lo sé, Mel —suspiro yo también, deseando terminar la conversación.

Llevamos media hora hablando. Como es lógico, quiso saberlo todo, y en ningún momento dejé de llorar, por lo que me duele la cabeza bastante.

Además, no quiero hablar de Enoch. Ni del hecho de que estoy embarazada. Ni de que voy a ser madre soltera. Ni de que no tengo un techo bajo el que dormir. Ni de que... Respira.

—¿Y estás segura de que estás embarazada? Puede haber sido un falso positivo.

—Lo estoy. En cuanto abrí el cajón de las compresas el otro día, me acordé de que ya tendría que haberme bajado la regla. Así que le pedí a Carina que fuera a comprar unos test y que no dijera nada —cojo aire—. Los cuatro dieron positivo, Melania. Estoy embarazada de verdad.

La chica asiente lentamente, fijando sus ojos en mi vientre como si pudiera ver algo.

—¿Cómo te sientes?

—¿Cómo quieres que me sienta? —suelto una carcajada irónica—. Mi novio me ha dejado sin motivo aparente, me entero de que estoy embarazada con dieciocho años y no tengo donde vivir.

—Lo de Enoch se terminará solucionando, estoy segura —frunce un poco el ceño para murmurar—: Porque sino iré yo misma a pegarle.

—Melania...

—Y puedes quedarte aquí todo el tiempo que necesites.

—No sé —dudo, mirando el lugar. No quiero incomodar.

—Hay espacio de sobra y Enzo estará encantado.

—¿Dónde está, por cierto? —no le he visto desde que he llegado.

—Oh, le he mandado a comprar, pero no cambies de tema: te quedas aquí.

—Primero... háblalo con Enzo, ¿vale? No quiero molestar.

—No molestas, pero lo haré —levanta las manos—. ¿Lo tendrás?

—¿El qué? —pregunto, confusa.

—Al bebé.

—Oh —me miro el vientre. Ahí hay un bebé. Mi bebé—. Sí. No me veo capaz de... —un escalofrío me recorre de solo pensarlo—. Me da igual que sea difícil, que la gente me juzgue o que Enoch no quiera tener nada que ver. Pienso tenerlo, y seré mejor madre de lo que fue la mía.

—Di que sí, tía. Que sepas que estoy aquí para todo lo que necesitéis. Enserio —asegura, al verme poco convencida—, ese bebé tendrá la mejor familia del mundo. Un poco disfuncional, sí, pero le querremos incondicionalmente.

Sonrío, agradecida por tenerla en mi vida. Nunca pensé que conseguiría una amiga a la que consideraría una hermana, una confidente. Y aquí estamos.

—¿Serás la tía que lo malcríe? —bromeo.

—¡Por supuesto que sí! —se ríe—. Oh, qué bien me lo voy a pasar. ¿Crees que es niño o niño?

Infierno [+21] [TAI#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora