"Las Tortugas Ninjas":{El regreso}

12°

-¿Esto puede ir peor?

Luego de recoger sus pertenencias junto a Casey, por seguridad no volverían al apartamento. Se irían con April a su nuevo apartamento, serían vigilados tanto por la policía como por las tortugas, algo que a ella le molestaba pero la aliviaba ya que estaría de algún modo segura. Pero claro, no admitiría que le agrade la idea de ser ayudada por esos mutantes, aún seguía sintiendo esa desconfianza latente y persistente; podía ser muy cabezota.

Estaba sentada en el sillón junto con April, que le intentaba tranquilizar y ampararla, podía entenderla porque pasó por lo mismo, pero la adolescente era bastante terca, más que ella.

-Te diría que no, pero no se puede saber exactamente...-la menor la miró molesta; no le ayudaba mucho- Pero no estás sola en esto Tigris, está todo bajo control.

-Entre comillas, ¿no? - Tigris suspiró levantándose- Necesito hacer ejercicio y desfogar.

-Abajo de mi edificio hay un gimnasio, soy socia-de su bolso saca una tarjeta, levantándose- Vamos juntas y así no tienes que pagar nada; ¿Te parece?

La rubia se rascó el cuello pensativa, mirando fijamente a la joven mujer delante suya. Subió y bajó sus hombros desinteresada, asintiendo con la cabeza.

April le dejó algo de ropa deportiva; una camisa negra musculosa, abajo un sujetador deportivo blanco y luego unos pantalones cortos de licra negros. Se amarró los cordones fuertemente, dejando que su mirada se perdiera en el suelo, sacando un suspiro. Se enderezó dirigiéndose a un espejo, analizandose así misma. Ella era alguien que entrenaba mucho, que no paraba de hacer algo aunque fuera sola en su habitación. Con los años fue desarrollando fuerza, agilidad y por supuesto; músculos. No solía lucirlos, siempre se tabapa con sudaderas y poco más, no le daba vergüenza, pero no quería ir presumiendo, tampoco es que los tuviera tan marcados. Ella sabía de sus capacidades a la hora de pelear y defenderse, siempre se jactaba que era alguien de valor y coraje...por eso recordar esos momentos de debilidad ante el peligro, sin hacer nada más que llorar, la hacían enfurecer al punto de querer pegarle a todo lo que pille. Con una mueca de desaprobación a sí misma, se ató su cabello en una coleta alta, no se preocupó en recoger los mechones que se habían quedado sueltos. Salió del baño, encontrándose de bruces con April quien estaba lista también. La periodista la miró de arriba abajo.

-Vaya...Estás fuerte, ¿eh? No me había fijado- April le dio varios toques en el brazo a la adolescente, sonriendo.

-Bueno, siempre voy con sudaderas o cosas así, es normal que no se note.

-Deberías lucirlo, muchos no se atreverían a molestarte viendo esos pedazo brazos- señalaba con las manos el cuerpo de Tigris, logrando avergonzarla.

-Tampoco es para tanto...

-Claro que sí. Para serte sincera, las mujeres con músculo son muy atractivas- da un rápido guiño dirigido a la rubia, se voltea y coge las llaves, dirigiéndose a la puerta.-Vamos guapa, a ponernos en marcha.

No sabría decir la adolescente las horas que pasaron, o la hora en que llegaron, pero las farolas se habían encendido en consecuencia de que la noche había arribado. April iba de máquinas de correr a clases de zumba, y una que otra vez con pesas que llegaban al límite de lo que podía levantar. Tigris pasaba ratos de ejercicio sin descanso, pesas que le doblaba el peso, el sudor ya iba molestando, las gotas le llegaban a los ojos, y como todo ser humano llegaba a su tope más aún cuando se había excedido de ejercicio. Salieron de aquél gimnasio cansadas y con el cuerpo gritando ganas de una buena ducha fría. Llegaron y fueron saldadas por Casey, quien dio un comentario jocoso sobre lo sudorosas que se veían. April fue la primera en entrar, tardando menos de veinte minutos. Cuando le llegó el turno de Tigris se tomó su tiempo, quedando paralizada por las gotas de agua frías bajando por su cuerpo y pelo. Se quedó unos segundos en blanco, en plena armonía, lástima que tuvo que salir ya; no quería que a April le llegara una factura del agua por las nubes. Se puso un pijama y por encima una sudadera negra ancha sencilla. Cogió su móvil mirando la ventana. Se quedó observando las escaleras de incendio por unos segundos, para después abrir la ventana y salir, subiendo las escaleras y llegar al tope del edificio. Se sentó en el asfalto, tocando con la planta de sus pies.

-Qué asco todo.

-¿No haces otra cosa que quejarte?

No puede ser, pensó Tigris. Se giró algo molesta, mirando a dos Tortugas que les sacaba como diez cabezas. Mikey y Rapha. No era tan malo por el tema de que estaba Mikey, que era quien le caía mejor de las cuatro Tortugas, pero era también horrible porque estaba el que más le repateaba; Rapha. Un 50/50.

-¡Hola! Estamos aquí para vigilarte...creo que eso no ha sonado tan bien - Mikey comentó sonriendo, sentándose al lado de la adolescente, dándose cuenta un poco más tarde que había sonado algo creepy.

Ella solo sacó los dientes en una forma no disimulada para forzar una sonrisa. Rapha se quedó de pie, mirándola, la rubia le devolvió la mirada para luego rodar los ojos.

-Me lo imaginaba... - apagó la pantalla de su teléfono, guardandolo en el bolsillo de su sudadera.

-Te vimos antes darlo todo en el gimnasio, no sabía que eras una chica deportista-declaró entusiasmado el de bandana naranja, cosa que dejó algo descolocada a la rubia "¿me vieron?"

-Eh...

-Ignoralo, porfavor- Rapha calló de un golpe en la cabeza a su hermano, pasando al lado de Tigris.

Los tres de quedaron mirando las calles en silencio, uno bastante tranquilo. Tigris miró a las dos Tortugas extrañada.

-¿Y sus otros dos hermanos?

-Es nuestro turno de vigilaros, ellos están ahora con... Bueno, con el tema que ya te hemos dicho; supongo que te acordarás- Rapha le respondió sin mirarla, aún admirando desde esa altura lo pequeño que se veía todo.

-Como para no acordarme, eso sería difícil- Sé estiró un poco, dejando sonar su espalda. Estaba molida.

-¿Estás mejor?- la pregunta de Mikey la descolocó por lo inesperado que fue.

-¿Qué?

-Digo...es que entiendo que fuera algo muy duro para tí- la tortuga se rascó la parte de atrás de su cabeza, con una sonrisa nerviosa, buscando las palabras exactas.- Digamos que esto para los humanos no es algo común. Pero no te preocupes "Tigresa" nos tienes a nosotros, unos tíos guapos, sobre todo yo, y fuertes.

Rapha se pasó la mano por la cara, evitando una sonrisa por el comentario de su hermano.

-... ¿Tigresa?- la rubia dejó escapar algunas risas por el mote.

-Sí bueno, da juego con tu nombre, y ese animal te pega bastante; en la guarida solo faltaba que me mordieras.

Tigris soltó una risa algo débil, arrugando un poco la expresión.

-Ya... Eh, bueno, lo siento, me puse nerviosa.

-¿No me digas?- Rapaha preguntó algo irónico a la chica, llevando una mano a su plastron, adornando su cara con una sonrisa ladina. Tigris apretó los labios para no soltar ningún insulto hacia el mutante.

-Bah, agua pasada no mueve molinos.

-Será simplemente "agua pasada" - comentó Raph.

-También era como yo dije.

-No, ese refrán es para representar que una oportunidad se escapó y que no vale la pena lamentarse por no haberlo aprovechado.

-... Porque tú lo digas-Mikey miraba fijamente a Raph. Tigris volvió a centrar su atención al móvil. Dejó a las tortugas con lo suyo mientras veía como "Cuervo" osea Irma, le envió una foto, abriendo el chat y viendo un edificio, y mediante un círculo rojo señalaba una de las ventanas que estaba con las lucen prendida, mostrándose varias figuras a través de las cortinas. Abajo de la foto había un mensaje "¿Éste era tu apartamento?". Tigris miró aquéllo con horror, marcando el número de la chica con urgencia. En menos de 3 segundos el teléfono fue descolgado.

-Tigris, te apetece-

-¡Irma, sal de ahí!

-¿Cómo? Si me acabas de abrir el portal.

-¡Joder cuervo, mi primo y yo no estamos en casa!

-... Entonces quién...- de fondo se oía los pasos de Irma, pero paró algo impactada. La de pelo negro aguantó la respiración, dentro de ella incluso quería acercarse, su curiosidad podía traerle problemas.

-¡Corre, sal de ahí!

-Oye, Tigris-Rapha había escuchado, acercándose a Tigris la tocó del hombro, consiguiendo una mirada angustiada de la rubia. La chica tapó el altavoz.

-Hay alguien en casa de Casey.