"Las Tortugas Ninjas":{El regreso}

8°

Llevó el último bocado de aquel trozo de pizza de peperoni en su boca, masticandolo y luego dejándolo caer por su garganta, apartando la corteza en la caja que le había ofrecido una de las tortugas. Pasó una hora desde que lloró a moco tendido sobre el hombro de April, mientras era rodeada por los brazos de la mujer y de su primo Casey. Luego de eso le presentaron a los mutantes; la tortuga de bandana azul con el mismo color en sus ojos, portadora de las katanas era Leonardo, el líder, el más tranquilo y maduro de aquellos (aparentemente) adolescentes. Le parecía alguien agradable. El segundo fue Donatello, de bandana morado y su arma de ninja era un palo de madera llamado bõ. Portaba gafas de culo de botella, en su caparazón llevaba lo que era una mochila, pero más pesada que ella por mucho. Era el intelectual de sus hermanos, un friki de los ordenadores, y parecía alguien tímido y retraído. Al siguiente que se presentó, y lo hizo con una llamativa exhibición, fue Michelangelo, la tortuga con aire infantil pero de felicidad contagiosa llevaba en su rostro escamoso una banda naranja, y en sus caderas unos nunchakus enganchados en un cinturón. Era el más bajo de los cuatro, y le hacía gracia que, entre toda su cara verde, se le notaba pecas; ¿era eso posible?.
Luego, el último, y con el que menos pudo congeniar, era Raphael, era grande y con mucho músculo, y una bandana, que a diferencia de las demás, tapaba su cabeza, y era de color roja. Al principio, Tigris al ver las armas de Raphael, lo confundió con unos tenedores gigantes para asadero. Esto hizo hacer reír a sus hermanos y su primo, April tuvo que tranquilizar a Raphael para que este no espachurrara a la adolescente de un golpe; nadie se refiere a sus Sais como "tenedores de asadero".

Terminando con sus presentaciones y palabras de ánimo ante la situación, decidieron darle la bienvenida a la joven con unas maravillosas y deliciosas pizzas. Ella se quedaba callada y observando el animado ambiente, Tigris quería unirse y cambiar el torno de este día, pero pensó que sería mejor mirar todo y dejar que su presencia pase desapercibida. Vio como su primo discutía con Raphael sobre si Dwayne Jhonson  es mejor que Vin Diesel, y el mutante temperamental negaba que Vin Diesel sea mejor que "The Rock" y ambos daban sus puntos de vista a grito pelado, mientras que Mickey sólo daba la razón a su hermano para fastidiar a Casey, se notaba que el de naranja no le tenía mucho aprecio al policía. April observó a la chica, sonriendo un poco, decidiendo que lo mejor será sentarse con ella. Ambas en silencio miraron la escena.

-Extraño, ¿verdad?- dijo la adulta, observando de reojo a la rubia.

-¿Te refieres a estar en una guarida en las alcantarillas con cuatro tortugas de dos metros que practican kárate y con una rata que llega a mi altura? No, es muy normal- contestó de forma sarcástica la adolescente.

April dio una risotada.-Ya, bueno. Entiendo que estés asustada, yo también lo estuve al principio, pero, con el tiempo agradecerás el momento en que los conocistes. Podrás contar con ellos para cuándo lo necesites.

-Ya...- agregó insegura la muchacha.

-Date la oportunidad de conocerlos, y deja que ellos te conozcan a tí- April puso su brazo por los hombros de la rubia, dándole un apretón amistoso- Podéis llevaros bien.

Ambas se miraron. La rubia apoyó su cabeza en el hombro de April, mirando la escena que se había tranquilizado luego de que Splinter diera una colleja a Casey y a Raphael, deteniendo su absurda pelea que por un pelo, no llegaba a los puños.

Leonardo miraba a las dos chicas que estaban sentadas, centrando su atención en la rubia, aún con pena por ella; se había enterado de la peor manera de todo esto, y sólo porque estaba preocupada por su primo (eso había dicho Tigris). Se acercó a Casey, tocándole el hombro, el humano se giró y miró con atención al líder de las tortugas, cruzándose de brazos.

-Creo que ya va siendo hora de que le contemos lo que está pasando- argumentó el reptil ninja.

Casey al principio no comprendió, pero le vino al tino que no había aclarado nada a su prima, dándose un golpe mental por aquél despiste.