Capítulo 23

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Taslicali:

Esta mujer es el paraíso. Me arrodillé ante ella, estaba desnuda, absolutamente desnuda y yo era el primero en verla, quería levantarla, empujarla al borde de la cama y enterrarme en su interior, quería hacerla gritar y que suplique por mí, volverla loca hasta que en su mente solo esté mi nombre, Taslicali, pero no hizo falta. Ella misma lo dijo y la premié deslizando otro dedo entre sus piernas, solo la acariciaba, aún sin llegar a la fuente de su calor, pero a ella le gustaba, sus bonitos ojitos se cerraron y su respiración se agitó, se veía tan sumisa, tan delicada.

Debería atarla— el pensamiento surgió y por su bien me eché para atrás.

Nadie la vio desnuda, no sabe porqué está húmeda ni qué fue lo que sintió en el camión. Si la ato y pierdo el control, ella no querrá volver a desnudarse, no dejará que la toque ni la haga mía.

—¿Gafas azules? — dijo mi apodo y fue como si diéramos un paso atrás. Vi la timidez regresar a sus ojos y se cubrió con la toalla, aunque le había pedido que ya no lo hiciera. —Lo siento. — se disculpó y de nuevo, tan concentrado en su belleza, me vi obligado a buscar en mi mente y repasar los últimos cinco minutos.

"¿Sabes por qué me mojo cuando estoy cerca de ti?" — ahí estaba, ella me lo había preguntado y yo no había respondido.

—Es porque te excitas.

—¿Pero por qué solo me pasa contigo?

Porque soy el antihéroe que te desea, el que se interpondría entre una bala por ti, porque te hago sentir segura y te dije que eres mi igual y sabes lo que significa, eres mía, soy tuyo, nos casaremos.

—Porque soy el primer chico que te atrae, soy tu primer novio— le expliqué y ella se empezó a reír y se sentó en la cama agarrándose de la panza y moviendo de un lado para el otro los pies. —¿Dije algo gracioso, Miss?

—Dijiste que eres mi novio.

—¿Y no lo soy?

Claro que lo soy ¿O acaso se desnuda y se frota sobre la polla de otros?

—No, Gafas azules, eres mi salvador, pero no mi novio. Yo no puedo tener novio, soy una princesa ¿Recuerdas? Y lo seguiré siendo a menos que me enseñes a matar y pueda cobrar mi venganza, entonces y solo entonces serás mi novio. — era justo, mi chica era lista.

—Bien, vístete, te espero en el campo de tiro, hoy tendrás objetivos en movimiento.

Los pobres bebés de la mafia blanca no saben lo que les espera.

Mi señorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora