Capítulo 39

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Avanzamos y continuamos avanzando hasta que la oscuridad solo fue un velo que separaba unas escaleras luminosos del resto del Galpón. Queen no me soltó la mano en ningún momento, ella me guio escaleras abajo como si hubiera estado aquí unas cientos de veces. Ella me arrastró cada vez más cerca del zumbido hasta que este se convirtió en una extraña música producida por diferentes ruidos a todo volumen que hicieron acelerar mi corazón.

—Se llama electrónica— me contó Trish mientras se adelantaba unos diez escalones de nosotras.

Llegamos al final de las escaleras donde una puerta estaba unos centímetros abierta y por la cual la música se colaba. Rish y Klay la atravesaron primero, ellos aún estaban armados y no se veían contentos de estar aquí, pero no dijeron nada al respecto y nos hicieron entrar.

Dentro era un mundo de gente. Me sentí maravillada de inmediato. No había una bola de cristal en el techo, pero sí luces de colores que giraban iluminando la oscura pista de baile. El olor a alcohol y sudor se mezclaba en el espacio cerrado y a nadie le molestaba, todos bailaba al ritmo de la música producida por un hombre dentro de una cabina. Sin embargo no nos detuvimos en la pista de baile, Queen me arrastró todo derecho hasta el fondo del lugar donde junto a una salida de emergencia se encontraba un espacio con sillones rojos, tapado con telas que caían del techo y que era separado del resto del lugar por unos listones de terciopelo rojo.

—Las espero aquí, Rish se mezclará entre la gente— indicó número uno que ahora sabía que era Klay y Rish asintió y se marchó regresando a la pista de baile y desapareciendo entre el mundo de gente.

—¿Qué se supone que haremos ahora? — pregunté, pero Queen me ignoró y también desapareció tras la pista de baile, miré a Klay y él se concentró en algún punto lejos de mí. Me giré a ver a Trish y ella en algún momento también se había ido.

Genial.

Miré a mi alrededor, no tenía idea de como bailar electrónica, pero mis pies se volvieron a mover y decidí intentarlo.

No fue buena idea, me veía ridícula.

—Aquí— dijo alguien a mi lado y una bebida acabó en mis manos. El chico que me la dio me sonrió y me tomó de la mano. —Si quieres bailar esto, necesitas tomar alcohol de otra forma te verás tan ridícula como todos los demás— se rió y me llevó con él a la pista de baile.

No estaba segura de beber, la bebida era roja y no se parecía a nada que haya visto hasta ahora, pero él tenía una igual en sus manos y la bebía como si fuera agua,

—Está buena— me prometió y me llevé el vaso a los labios, no olía raro y sin pensarlo mucho bebí un trago. Era dulce, el líquido se deslizaba por mi garganta como un jugo y me gustó lo bastante como para acabarmela enseguida.

—Está buena— estuve de acuerdo y dejé que me guiara, yo no sabía bailar, pero él la tenía bien clara.

Pronto más bebidas fueron llegando, las bebí como jugo y el miedo de pasar vergüenza se esfumó. Bailé cada canción y sin darme cuenta él y yo acabamos meneándonos muy cerca, dejándonos llevar por la música y por el mundo que nos rodeaba.

—Quiero besarte— dijo el chico y me reí. —Es enserio, no te rías. — me atrajo más cerca y puso sus manos sobre mi cuerpo a cada lado de mis caderas,

La puerta de entrada se abrió, lo hizo varias veces en la noche, pero por alguna razón esta vez me sentí vigilada y tuve que girar a ver. La puerta se movía, pero no había nadie allí.

Miré hacia todos lados y a lo lejos visualicé a Trish bailando con una chica y besándola.

—Déjame besarte— insistió el chico y la vi a Trish y luego a él. El beso de Trish era largo, duraba más que un pestañeo y se notaba que lo disfrutaba, ella y la chica se manoseaban y reían con cada beso, quizás estaban tan pasadas de copas como yo, pero eso no parecía afectar en nada las ganas que se tenían y solo pude pensar que Gafas azules no me besó así. —¿Esa carita es un sí? — el chico me tomó por la barbilla y me atrajo a su rostro, no era feo, era normal, ojos negros, pelo negro, aunque quizás es marrón oscuro, olía bien, como a menta y algo más que no supe identificar. Tenía una sonrisa bonitas, cejas tupidas y nariz recta, me gustó, no tanto como Gafas azules, pero no era un no, era un tal vez.

Mi señorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora