SER UNO DE ELLOS

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RACHEL:

Llegamos al bosque y nos internamos entre sus árboles haciendo el menor ruido posible. Aquí apenas hay zombis. Aquí nos podemos ocultar mejor.
Cuando ya no vemos rastro de ningún zombi, nos paramos a descansar sobre el tronco de un árbol.
- Tengo una idea...- le digo a Robert mientras este sigue cogiendo aire, recuperándose de la carrera de muerte.
- Sorpréndeme- susurra.
- Tenemos que hacernos pasar por uno de ellos, tenemos que ser uno de ellos...
- Eeh, creo que no te sigo. El plan es intentar que uno de esos helicópteros nos vean y nos salven, no que nos suicidemos convirtiéndonos en zetas.
- No me refiero a eso. Me refiero a camuflarnos. Hacernos pasar por ellos. Los zombis no tienen ningún sentido especial. Ellos saben quienes somos porque nos huelen, nos oyen o nos ven movernos como humanos, o tal vez por las tres cosas a la vez. Piénsalo. Puede funcionar.
- Tal vez- dice Robert pensativo-. ¿Pero cómo vamos a hacernos pasar por un zeta? No tenemos ningún disfraz.
- No nos hace falta- digo soltando una risita nerviosa-. Bastará con que rajemos a un zombi y nos manchemos de su sangre, de sus órganos, que andemos como ellos sin llamar la atención, y que gruñamos como hacen ellos.
- Grrr- gruñe Robert intentándolo imitar.
- Sí, así. Muy bien- digo riendo e imito a un zombi.
- A ti también se te da bastante bien.
Ambos nos reímos y atraemos la atención de un zombi. Miro a Robert.
- Manos a la obra- le digo sonriendo maliciosa.
Caminamos directo al zombi. Es una anciana.
Robert coge su sable y le corta la cabeza de un tirón.
De su cuello cortado empieza a salir sangre y Robert hace un cuenco con sus manos recogiendo sangre. Luego se la echa por la ropa.
Hago lo mismo que él. Me restriego la sangre por toda la ropa y evitamos mancharnos mucho la cara u otra parte del cuerpo por si es contagiosa. Me ensucio la ropa, la lleno de sangre. Me recorre un escalofrío.
Huelo mal. Apesto pero logro contener mis ganas de vomitar.
- Ya no le sale más sangre y necesitamos más- le digo a Robert y él asiente.
Le da la vuelta a la vieja zombi sin cabeza y le raja el abdomen.
Doy un grito de asco pero logro contenerme y recoger la sangre que sale.
Robert saca el intestino de la zombi y me lo tira riendo. Yo retrocedo de asco. Pero voy hasta la zombi y le saco el estómago. Se lo tiro a Robert y así empezamos una guerra de órganos que me recuerda a una guerra de comida que yo y mis amigas hicimos años atrás en una fiesta de pijama. Supongo que ahora estarán todas muertas, todas menos yo.

Acabo con una parte del intestino grueso alrededor del cuello como una bufanda cuando oímos los gruñidos.
Nos giramos y vemos a una pequeña multitud de zombis que se dirigen hacia nosotros. No llegan a veinte pero son más de diez.
Robert hace amago de irse corriendo pero lo paro.
Él entiende lo que le digo con la mirada y asiente. Lleva colgando intestino alrededor del cuello, como yo.
En una mano llevo el sable, lo agarro por si tengo que utilizarlo.
Relajo todo el cuerpo, Robert también.
Empiezo a caminar con paso lento pero seguro, hacia los zombis.
Robert parece dudoso al principio pero acaba siguiéndome.

Cuando ya estamos cerca de ellos, noto como empiezo a temblar. Hago todo el esfuerzo posible por relajar mis músculos y no llamar la atención pero no puedo evitar pensar que esto no va a funcionar y vamos a morir.

Pasamos por su lado como si nada. No gruñen, solo caminan, como si no hubieran visto nada fuera de lo normal. Ni siquiera nos han mirado. Seguimos vivos. Soy una de ellos. Este camuflaje funciona.
Cuando los zombis ya se han alejado lo suficiente, grito de alegría y Robert y yo nos echamos a reír.
- Creí que iba a morir...
- ¿No confiabas en mi maravilloso plan?- le pregunto sonriendo.
- La verdad es que no- ríe Robert-. Eres demasiado lista para ser tan pequeña.
- Lo sé- digo orgullosa-. Y no soy pequeña. Tengo dieciseis años. Y esto no ha sido nada. Ahora queda lo peor.
- No será tan difícil. Si no nos han descubierto ahora, no nos descubrirán.
- No estés tan seguro- le advierto.
- Bueno, tenemos que intentarlo. Y hay que darse prisa si queremos llegar antes de que los helicópteros se vayan.
- Sí, vamonos ya- digo algo apurada.

Apocalipsis Zeta - Parte 2: Cazadores de zombisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora