TRAICIÓN

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RACHEL:

Creía que tenía el corazón roto, que ya no podía sufrir mucho más por nada.
Pero me equivocaba.
Han vuelto a romperme el corazón.
Pero lo que más me duele no es la traición de Liam, es no haber creído a mi primo.
Lo de Liam no me importa mucho. Solo lo conocía de dos días, aunque en tan solo ese tiempo había llegado a conectar con él más que con cualquiera.
Fui tonta al pensar que era mi alma gemela.
Mi alma gemela no me haría esto.

Maya parece sorprendida al verme y Liam, además de sorprendido, parece dolido.
- Rachel... ¿qué...? No es lo que parece...- me dice Liam.
Entonces Jack sale del escondite y se deja ver, a mi lado.
- Déjate de jueguecitos, amigo mío. Se te ha visto el plumero- le dice Jack sonriendo, satisfecho.
- Tú...- le señala Liam, amenazante-. Todo esto es por tu culpa. ¡Y por la tuya!- se dirige hacia Maya-. Me habéis tendido una trampa. ¡Queríais alejarme de Rachel!
- Y lo han conseguido- le digo seria-. Y les agradezco haberme abierto los ojos. Eres un cabrón, como todos los demás. Solo te estabas aprovechando de mí. Me dijiste que confiara en ti, y lo hice...
- No, Rachel, eso no es verdad. Yo te quería, y te sigo queriendo. Empecé con Maya antes que contigo y quise dejarlo cuando te conocí porque me enamoré de ti, de verdad, pero me dejé llevar. Nosotros íbamos muy despacio y un chico de mi edad tiene necesidades...- dice Liam a la vez que doy unos pasos hacia él hasta tenerlo cara a cara.
Maya se va con Jack y se quedan espectantes, detrás.
- Así que Maya era tu putita, ¿eh?- le pego una bofetada bien fuerte en la cara-. Eres asqueroso.
Tras eso, me echa una mirada entre furiosa y triste y se va corriendo hasta desaparecer.
Cuando ya no lo veo, alguien me tira de los pelos tan bruscamente y sin esperármelo, que grito de dolor.
Me giro y la empujo. Es Maya.
- ¿Así que "putita, eh?- me dice intentando golpearme.
Pero yo soy más rápida y la esquivo.
- ¿Por qué sino te liabas con él sabiendo que estaba conmigo?- le grito volviéndola a empujar.
- ¡Eh, basta!- nos dice Jack viniendo a separarnos.
- ¡Tú no te metas!- le grito señalándolo y se queda quieto alzando los brazos-. Esto es cosa de nosotras dos.
- Rachel. Yo estaba con él antes de que estuviera contigo. No teníamos nada serio. Hasta que te conoció y me lo dijo. Entonces supe que estaba contigo pero él me dijo que si quería podíamos seguir teniendo lo que teníamos a escondidas. Yo, obviamente, le dije que no. No soy tan tonta para dejar que me utilice.
- ¿Ah, no? ¿Y entonces por qué estabas hoy con él?- le digo yendo hacia ella, amenazante, mientras retrocede.
- Porque le estaba haciendo un favor a Jack. Y bueno, a ti. Es un gilipollas y si para que te des cuenta tenía que volver a liarme con él, lo haría. Y así le daría yo también su merecido, tendiéndole una trampa.
- Una trampa- le digo mirando a Maya y a mi primo-. ¿Y cómo se yo que no lo estabas obligando o lo estabas tentando y esto es una trampa? ¿Cómo creeros después de haber intentado arruinarme la vida tantas veces?
- Rachel- me dice mi primo-. Ya lo has escuchado. Él mismo lo ha dicho.
- Sí. Y esta vez sé que tenías razón. Pero esto demuestra otra vez que, si quieres quitarme a alguien de en medio, lo harás, me sea fiel o no, sea bueno o malo. No pararás de arruinarme la vida- le digo duramente a Jack.
- ¡Pero esta vez solo te he ayudado! ¡Yo lo vi la otra vez, sin trampas ni nada!- me dice Jack, defendiendose.
Yo niego con la cabeza, demasiado cabreada para seguir peleando con esos dos.
Me giro y me alejo de ellos.
En parte les agradezco lo que han hecho porque me he dado cuenta de la clase de persona que es Liam, totalmente repugnante.
Pero, por otra parte, estoy cabreada con ellos por haber montado esta trampa.
Así que ahora estoy sola de nuevo.
Sola, sin poder salir de este fuerte y sin la preciosa ballesta.
Ayer, cuando entré en el edificio militar de Mercury y me puse a investigar, vi armas de todo tipo.
Pero solo una que me dejó impresionada, boquiabierta, casi sin respiración. Sentí algo similar a lo que sentí con Liam, que estábamos hechos el uno para el otro.
Era mi destino, tener esa preciosa arma, tan espléndida, tan pesada, tan útil, tan silenciosa, tan mortal.
Cogí todas las flechas que había pero solo practiqué con una que casi le arranca el hombro al hombre-zombi, Leo.
Me encantaba la ballesta. Y ahora, ahora no la tengo.
Me la quitaron y me destituyeron del trabajo que tanto me costó conseguir.
Ahora seguro que volverán a ponerme de cocinera y a repartir comida. Un guardia vendrá a vernos pronto, a mí y a Jack. Tenemos que estar en nuestra habitación unos minutos antes del almuerzo.

Apocalipsis Zeta - Parte 2: Cazadores de zombisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora