EL VIRUS

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JACK:

- Sigue andando sino quieres morir- me dice una voz grave que me conduce empujándome a otra caseta más pequeña que la central.
- ¿Dónde están mis amigos? ¿Q... qué les has hecho?- le digo tartamudeando.
- Ellos están bien porque han cumplido mis órdenes. Pero tú, como intentes algo, te mato sin pestañear- me dice y a pesar del miedo, suspiro aliviado porquesé que Rachel y Leo están a salvo.
Aunque Mary... ¿también la tendrá a ella?
Me conduce a una caseta iluminada por una luz pálida parpadeante.
Es una cárcel. Hay pequeñas prisiones a ambos lado de un gran pasillo largo.
Por el camino veo a Rachel en una jaula vacía, sin su ballesta, sin nada aparte de un esponjoso colchón.
- ¡Jack! ¡No te preocupes! ¡Saldremos de esta! ¡Tranquilo!- me grita.
- ¡Hijo de puta! ¡Sacadme de aquí! ¡Yo soy de los vuestros! ¡Soy militar y arqueólogo, habitante de Mercury! ¡Vamos!- grita Leo en otra jaula, golpeando los barrotes. Al ver que no obtiene respuestas empieza a gemir como un zombi furioso y con hambre.
El hombre que me amenaza con una daga afilada en el cuello y una pistola en la nuca, abre la verja de una prisión y me empuja hacia dentro violentamente.
Caigo en el suelo y me recorre un dolor agudo por todo el cuerpo.
Me giro al tiempo que mi atacante cierra la verja y me deja encerrado y entonces puedo verlo mejor.
Es joven, como yo. Tendrá unos diecisiete o dieciocho años pero es asombrosamente fuerte.
Es rubio, un poco más alto que yo y con los ojos azules claro. Lleva un uniforme militar como el mío.
- Después vendré a interrogaros- anuncia a todos.
Una vez que se ha ido, todo queda en silencio por un momento.
- ¿Jack?- dice la voz de Rachel.
- ¿Estás bien?- le pregunto desde lejos, desde mi celda.
- Sí. Tenemos que salir de aquí. Piensa algo.
- ¡Lo intento!- le digo pero no hay nada que hacer.
Empujo la puerta metálica pero no cede, es muy fuerte y segura.
Estoy aprisionado, encerrado y esta vez no es por los zombis, esta vez es por un humano asqueroso, puede que más pequeño que yo.
Me siento estúpido al no haber peleado siquiera, al no haber intentado huir. Pero no podía de todas formas. Él tenía un cuchillo y una pistola y yo nada. Fui demasiado estúpido al dejarme el hacha en el todoterreno.
- ¿Jack? ¿Rachel? ¿Sois ustedes?- dice una voz muy familiar.
- ¡Mary!- grito de felicidad-. ¡Estás aquí, estás viva!
- Por supuesto- oigo que dice ella unas celdas más delante de la mía-. ¿Qué te creías? Nadie puede conmigo.
- ¿Dónde te metistes?- le pregunta Rachel.
- No lo sé. Cuando menos me lo esperaba, una mano me tapó la boca y tenía un pañuelo con algo, una droga seguro, que me dejó inconsciente, hasta ahora que me he despertado aquí y he oído vuestras voces.
- ¿Estás bien? ¿Te han hecho daño?- le pregunto pero unos pasos nos interrumpe.
Agudizo el oído. Creo que son dos personas.
Todos estamos callados y la tensión se huele en el ambiente.
Esperamos a lo que va a pasar.
- Tú- escucho decir a una voz distinta de la del chico de antes, una voz de un hombre mayor.
- ¿Yo?- escucho decir a Leo.
- Sí, tú. Eres el que guía a estos chiquillos, ¿no? Tenemos que hacerte unas preguntas.
- ¡No!- grita Leo, parece asustado-. Yo... ellos me encontraron. Yo apenas los conozco. Ellos me trajeron hasta aquí, me hicieron daño, yo no sé nada, es a ellos a quienes tienes que preguntarles. ¡No me hagan nada, por favor!
Los otros no dicen nada, vuelven a andar, se escuchan sus pasos dirigiendose hacia otra celda.
Hacia mi celda.
Los tengo delante. Al chico rubio de antes y a un viejo con bata blanca y gafas.
- Este parece el líder, es el más mayor- dice el rubio.
- ¡Yo no soy ningún líder!- digo negando con la cabeza, intentando no aparentar que estoy asustado.
- ¡Cógelo!- le ordena el viejo al rubio y este abre la verja de la celda.
Entra y yo retrocedo.
Veo que esta vez no lleva armas.
Así que es hora de aprovechar la oportunidad.
El chico se lanza a por mí pero intento esquivarlo.
Por desgracia, la celda no es tan grande y el chico demasiado astuto.
Me inmoviliza los brazos y me esposa las muñecas por detrás de la espalda. Luego me empuja y me saca de aquella caseta.
Rachel me mira preocupada cuando paso por su lado. Sé, por la expresión que ha puesto, que no se quedará quieta, que pensará algo para ayudarme.

Apocalipsis Zeta - Parte 2: Cazadores de zombisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora