El bullicio en aquella comisaría resonaba tan fuerte por todos los rincones, tal como era costumbre gente venía y hablaba, discutía o simplemente gritaba, aquello resultaba molesto, tan malditamente molesto que le hacía ponerse nervioso y querer arrancarse el cabello por tal desesperación... Y eso que no era él quien lidiaba directamente con aquellas personas.
Odiaba el ruido, no podía soportar tanto escándalo, en momentos como ese deseaba regresar a casa y encerrarse en sus cuatro paredes donde nadie puede perturbar su calma, sería tan maravilloso estar ahí en su habitación con las luces apagadas viendo alguna serie y comiendo las golosinas que tanto le gustan... Desgraciadamente el dinero no se generaba en sus bolsillos de solamente estar encerrado en su habitación.
Por eso mismo tuvo que conseguir ese empleo, bueno ni siquiera lo consiguió por si mismo, más bien su hermano le ayudó, sin entrevistas, sin preguntas ni nada que hiciera al joven replantarse si realmente estaba listo para el mundo al exterior. Su puesto consistía en simplemente cosas como supervisar y hacer conteo de materiales, herramientas y algo de limpieza, básicamente hacer el trabajo que nadie más quiere hacer por lo aburrido y tedioso que es.
El trabajo no estaba tan mal para el chico, casi no tenía que hablar con nadie pues su mayor parte del día era él completamente solo haciendo sus labores con completa calma y sin que nadie le molestara. El problema era cuando se encontraba en situaciones como la que estaba viviendo ahora mismo.
El joven había subido a la recepción para buscar algunas carpetas nuevas para poder guardar sus listas de conteo recién impresas, en tan sólo ese momento donde entró al cuarto qué servía como pequeño almacén de cosas de papelería, escuchó como repentinamente la comisaría se llenó de gente escandalosa y claramente disgustada, ahora el rubio se había quedado dentro del pequeño cuarto pues no deseaba por nada del mundo salir de ahí y tener que hablar con personas enojadas.
El chico se sentó en el suelo, podía oír sus propios latidos de lo fuertes que eran, en verdad que odiaba estar en medio de situaciones tan detestables, que quizás para cualquier persona no es para tanto pues simplemente avanzarían e ignorarían todo lo demás... El problema era que Toni no era como los demás.
El ser humano es sociable por naturaleza, gran parte de su supervivencia se debe al haber desarrollado la comunicación entre los unos a los otros, es algo que se usa todos los días y es lo normal, la comunicación es vital en resumen. Sin embargo no todas las personas cuentan con dicha habilidad, entonces ¿Qué sucede cuando una persona que no puede socializar vive en un mundo donde eso es tan común como respirar?
Situaciones jodidas día a día, tal como la que estaba presenciando, Toni siempre fue un chico solitario, desde su infancia demostró un rechazo a todo lo que tenga que ver con relacionarse con otros niños, decenas de notas fueron enviadas a sus padres por parte de sus profesores en los que mencionaban el evidente problema de su hijo, no obstante nunca fue más allá de una pequeña platica con el niño y un “prometo que hablaré más” tampoco es que los padres le hayan dado demasiada importancia... Aunque más tarde se arrepentirían de ello.
El pequeño Toni fue creciendo poco a poco, no conseguía amigos, no le interesaba jugar con otros niños, simplemente quería que le dejen tranquilo y que pueda vivir en su pequeña burbuja de felicidad, quizás la única persona que le hacía compañía era su hermano quien se rehusaba a dejarle a su suerte, pero ciertamente no podía hacer mucho si le separaban las horas de clases pues evidentemente eran grupos diferentes.
Algo bueno que veía del hecho de ser prácticamente invisible, era que nunca pasó por cosas como el bullying o meterse en problemas por travesuras que sus compañeros si cometían, fueron días de tranquilidad en los que pudo disfrutar de las cosas que le gustaban sin necesidad de involucrarse con nadie.
Los problemas llegaron un poco más tarde, en esa etapa donde ya dejaba de ser un niño y entraba a la pubertad, ese momento donde uno comienza a ver que el mundo va más allá de los ratos libres y pasatiempos, los trabajos en equipos eran una pesadilla, siempre debía buscar una excusa para hacer su parte sin necesidad de reunirse con sus compañeros en la casa de alguno, quería evitar platicas incómodas, risas forzadas y tener que estar deseando irse todo el rato.
Aveces la desesperación era tal que simplemente hacía todo el trabajo por si mismo ¿Exponer un tema frente a la clase? Ni se diga, si es que el chico no podría pasar al frente sin comenzar a sudar y quedarse petrificado, prefería una mala nota y hacer un examen de recuperación antes que hacer cualquier cosa que le haga ser el centro de atención ni por un instante.
El joven suspiró y abrazó sus piernas de sólo recordar sus años de colegio, no tenía idea de como lo había logrado pero realmente evitó muchísimas situaciones que le parecían incómodas, aunque ahora que lo pensaba, pudo reflexionar que lo que hacía no era más que huir y engrandecer el problema, los años pasaron y desperdició un sinfín de oportunidades para cambiar su camino, quizás pudo haber tenido alguna de aquellas grandes experiencias que muchos otros chicos de sus cursos tuvieron, tal vez conocer personas que si eran maravillosas o yendo más lejos... Un romance adolescente.
El rubio negó con la cabeza, eso era imposible, ni volviendo a nacer podría dejar de ser un cobarde y afrontar sus temores, simplemente consideraba que no valía la pena como persona, después de todo él... Está roto.
Una voz se escuchó resonando por el lugar, Toni levantó la cabeza al escucharla pues la reconoció al instante, el comisario había llegado y se encargó de poner orden en el lugar, el rubio se levantó y abrió un poco la puerta, observando al hombre dirigirse a todas esas personas y hacerles retirarse inmediatamente del sitio.
Toni se llevó la mano al pecho, ahí estaba esa sensación de nuevo, su corazón latía fuertemente de nuevo, pero esta vez era diferente a lo de hace instantes, no estaba asustado... Era otra cosa, últimamente disfrutaba de observar a distancia a ese hombre. Gordon era un comisario ejemplar, un tipo completamente entregado a su trabajo y bastante correcto, era guapo, muy, muy guapo y tenía una gran confianza al hablar, una confianza que Toni envidiaba bastante pero también podía admitir que Gordon era buena persona.
El rubio siguió mirando hasta que ninguno de esos revoltosos se encontraban en la recepción, era su oportunidad de salir del cuarto antes de que algo más raro sucediese, por lo tanto tomó las cosas que había venido a buscar y salió rápidamente del cuarto.
Sus pasos se apresuraron y su mirada se enfocaba en el pasillo donde estarían las escaleras, sin embargo antes de llegar, la voz del comisario le hizo detenerse en seco.
— Toni ¿Qué hacías ahí metido? No me digas que llevas todo el rato en un almacén de mierda
— Si — el rubio tragó saliva y se giró, encontrándose de que el hombre se hallaba justo detrás de él lo cual hizo aumentar más puntos para su nerviosismo
— ¿Y bien? ¿Qué hacías ahí? — volvió a cuestionar con una mirada tranquila
— Fui a buscar... Unas cosas — el rubio respondió, aunque por dentro hizo un esfuerzo muy grande para lograr formular la frase sin trabarse
— Ya veo ¿Tienes algo de tiempo? Necesito que me ayudes por un rato
— Sin problema — el chico mantenía la mirada baja, no había manera de mirar a otra persona a los ojos
— Bien, entonces sígueme
El comisario comenzó a caminar con el rubio detrás el cual jugaba inquietamente con sus manos, siempre era así de nervioso pero al menos podía disimular para que la otra persona no lo notara, aunque últimamente si se trataba del comisario... Las cosas eran más complicadas, básicamente se encontraba jodido.
Continuará...
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Comunicación
FanfictionÉl está enamorado y si bien él no entiende mucho de sentimientos, aún así puede jurar que lo suyo es amor, pues lo que la gente suele describir como amor encaja perfectamente con como se siente últimamente ¿El problema? Que el no puede expresarse. _...