CAPÍTULO 8: SAN VALENTÍN

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CAPÍTULO 8: SAN VALENTÍN

San Valentín, el amor estaba en el aire, eso era más que evidente, y no es por las decoraciones de querubines y de corazones flotando por todos lados, sino porque había más risas tontas y miradas fugaces entre los adolescentes que empezaban a descubrir el amor.

Casi todos los profesores decidieron ambientar las clases a esta festividad por idea de Harry que le gustaba adaptar su temario con las fiestas cercanas para llamar la atención a sus alumnos. Severus pensaba que era una tontería, pero había aprendido que Potter era bastante insistente y no podía negarse a lo que habían accedido todos por lo que también había adaptado sus clases con dicha temática enseñando filtros de amor y desamor.

Se había vuelto costumbre que cada San Valentín hubiera un baile y esa era la peor parte tanto para los estudiantes que buscaban desesperados acompañantes como para los profesores que notaban que había más murmullos que de costumbre durante sus clases, ya fuera para invitar a alguien o para discutir sobre lo que pensaban ponerse para el baile.

Incluso habían tenido que enseñar los jefes de las cuatro casas a sus respectivos alumnos bailes de salón y les había dejado bien claro que no querían tonterías de pubertos y que debían mantener la buena fama de cada casa.

Severus odiaba esos días, le parecía una pérdida de su tiempo enseñar aquello y, sobre todo, era tedioso tener que enseñar cada año lo mismo y tener que aguantar las mismas tonterías de los jóvenes que, aunque fueran de su casa, en esa época les parecían más imbéciles que de costumbre.

Harry disfrutaba de ese primer año, era algo gracioso ver a lo lejos cómo intentaban los chicos y chicas buscar pareja y ver como incluso algunos se declaraban en los jardines o pasillos, cuando pensaba que no había nadie cerca. Era curioso ver como un profesor pasaba desapercibido a veces por sus alumnos, Neville decía medio en broma que era porque la mayoría de veces no prestaban atención en clase y que, una vez bajabas de la tarima, para los alumnos ya eras invisible.

Quizás lo único que le estaba empezando a molestar un poco a Harry eran las constantes invitaciones y regalos de sus alumnas, y algunos alumnos, incluyendo sus fans adultos que le enviaban cartas y paquetes al castillo desde que empezó febrero y, aunque le gustara el chocolate, ahora estaba empezando a repudiarlo y estaba seguro de que no podría tomar más cosas dulces durante un mes entero, como casi todos los años por esas fechas.

- Vaya... - articuló Harry cuando vio que su taquilla de la sala de profesores estaba hasta rebosar de regalos y cartas al igual que esta mañana en su habitación.

- Qué popular – dijo Neville algo divertido y, aunque no lo quisiera admitir, algo celoso.

- ¿Quieres chocolate? – le ofreció una caja llena de bombones.

- No gracias, como siga así voy a reventar.

- Yo sí quiero – tomó la caja Hagrid y empezó a tomar uno a uno.

- ¿Presumiendo de regalos, Potter? - entró Snape con su característico andar rápido ya que solo pasaba para coger unas cosas antes de su siguiente clase.

- Profesor Snape, ¿quiere algo dulce para el camino? – le ofreció un paquete donde tenía un gran corazón de chocolate con gominolas y caramelo.

- No – se detuvo un momento y olfateó desde su posición mostrando una cara de desagrado.

- Ya me ocupo yo – volvió a acceder Hadrig.

- Yo que usted lo tiraría, a menos que quiera intoxicarse con amortentia y acabe obsesionado, probablemente, por una alumna inexperta que se ha pasado con los huevos de Ashwinder – dijo sin más volviendo a su labor por recoger lo que necesitaba para su clase mientras que Hadrig paraba en seco y miraba el dulce algo incrédulo por la advertencia – Ya sabía yo que enseñar ese filtro era un peligro – murmuró mientras se marchaba.

Cursed (Snarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora