CAPÍTULO 1: CAMBIO DE AIRES

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CAPÍTULO 1: CAMBIO DE AIRES

Habían pasado algunos años desde que acabó la gran guerra en el mundo mágico, ahora solo era un acontecimiento histórico más que se estudiaba en los libros de historia mágica y ya los jóvenes que escuchaban el nombre del que originó todo aquello ya no temblaban de miedo y solo tenían una vaga idea de lo que era por lo que le contaban sus padres.

Ya no existía el niño que vivió, ahora solo era Harry Potter, el salvador del mundo mágico (aunque no sabía si ese título era peor), un hombre de cabello negro y despeinado, ojos verde claro que destacaban a pesar de estar tapados por aquellas gafas redondas que siempre portaba, una ligera barba de tres días, piel algo morena y una, ahora casi, imperceptible cicatriz en forma de rayo en su frente.

Ahora era uno de los aurores más excepcional e intrépido del Ministerio de Magia, había logrado muchas cosas, incluso era la persona más joven en la historia en convertirse en jefe de los aurores con solo veinticinco años, y ahora con sus casi treinta años ya estaba aburrido de aquello.

Estaba cansado de tener que atrapar a los pocos mortífagos que habían quedado libres y a magos oscuros. Aquello ya no tenía sentido para él, no es que viera inútil su trabajo, había ayudado mucho al mundo mágico, y en ocasiones al de los muggles, pero creía que debía intentar pasar página y tener una vida más tranquila y sencilla.

Todo aquello lo estaba pensando mientras desayunaba en su casa y se curaba una herida que había recibido ayer mientras peleaba con un mago que pretendía atacar al ministro de Magia después de haber sido abolida la esclavitud a los elfos domésticos. Mientras se vendaba la mano con aquel ungüento que él mismo había preparado, llegó una lechuza a su ventana con el periódico y con algunas cartas, entre ellas estaba una con el sello de Hogwarts y suspiró mientras miraba el calendario.

Dentro de nada empezaría el curso escolar y, como ya era costumbre, la señorita McGonagall, su antigua profesora de transformaciones y actual directora de Hogwarts, le ofrecía otra vez el puesto como profesor de DCAO ya que nadie aguantaba más de un año en ese puesto debido a la presión y ese falso rumor con que el puesto estaba maldito por culpa del Voldemort. Normalmente siempre le respondía con una educada negativa pero ahora se lo estaba pensando detenidamente, quizás aquello era la oportunidad que buscaba para tener una vida tranquila ya que la vida de un auror no se comparaba para nada con la de un profesor.

Él normalmente se enfrentaba con magos oscuros y algún que otro loco que intentaba alterar el orden, un profesor solo tenía que preocuparse de... de... de nada, ¿no? Cuando Neville le enviaba aquellas cartas contándole cómo estaba y como le iba como profesor de herbología parecía que era un trabajo algo monótono y tranquilo. Además, había disfrutado mucho aquella época en la que enseñaba a sus amigos y a casi todo el colegio DCAO, aunque esta vez no sería a escondidas de los demás no peligraría su integridad física.

Podría pedir una especie de año sabático como auror (de todas formas, siempre le decían que sí a todo lo que dijera el salvador del mundo mágico) y si no le gustaba, podía rechazar el puesto para el curso siguiente. No tenía nada que perder.

Lo único extraño sería volver a su antiguo colegio, pero ya había vivido cosas más incómodas que aquella así que, no lo pensó más.

Con una sonrisa decidida, transformó su varita en un estilógrafo e hizo un accio para que apareciera una hoja mientras le daba un trozo de pan con mantequilla a la lechuza para que esperara.

En menos de cinco minutos escribió la carta a su exprofesora y se la entregó al búho para que se la enviara.

Ahora empezaba una nueva etapa en su vida. Harry Potter, el profesor de DCAO, no sonaba mal, solo esperaba que la prensa no hiciera eco por aquello, aunque, después de diez años, ya no era tanto el foco de la prensa.

Cursed (Snarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora