Capítulo 2: Dolorosamente celosa.
- ¡Hora de Sacar, Fords! -grita Silvester con su gruesa vos y suena su silbato desde la orilla.
Camino moviendo mis piernas lerdamente por debajo del agua y me acomodo en la esquina para sacar, tiro; respiro; golpeo.
Ahí vuelve a comenzar el partido de Voleibol en la pequeña piscina del instituto. Que, después de tres partidos, la entrenadora Silvester nos mandó directo a las duchas.
Esta semana fue lo más rara; preocupante; y alarmante pero sobre todo rara, pues no me ha llegado la regla.
Y aunque me pone los pelos de punta me quedo tranquila, es decir, qué más da estoy en época de cambios internos quizá se retrase una semana o dos cuanto mucho pero si no hay signos para alarmarme no voy a ponerme alerta.
Termino de ducharme y salgo de los vestidores ya limpia y cambiada. Aún faltan 15 minutos para que la campana suene y Harry sigue en Trigonometría, y yo aquí como el aburrimiento me gana voy caminando lentamente recorriendo pasillos y pasillos, hasta que sorprendente-mente termino en mi locker. De él saco un peine para cepillar mi cabello aún húmedo por la ducha, y los maquillajes para volver aplicar sobre mi rostro lo que se salió por el agua.
Cuando voy a cerrar mi casillero recuerdo que en poco tiempo será el almuerzo y por consiguiente debo tomar mis pastillas de hierro con mi jugo de naranja, es sumamente necesario que las tome antes del almuerzo, si no, me caería desmayada o quien sabe que cosa por mi anemia.
Miro la pantalla de mi celular y aún faltan otros siete minutos, me decido a caminar pasivamente hasta la sala de trigonometría avanzada -que ahora que recuerdo queda más lejos de lo que pensaba- para buscar-salvar a mi novio.
Aún sigo con la duda de lo que sucedió en el fin de semana, Harry y su estado de nerviosismo severo... su ansiedad, era raro y lo sigue siendo, más no me atrevo a preguntarle para volver a recordárselo y que siga igual o peor, podría preguntarle a Liam ahora que lo pienso porque él estuvo con Harry ese día y tuvo que haber escuchado algo.
Mis ojos me arden por el cansancio y veo la puerta del salón de Harry al final del pasillo.
Nadar tanto en la clase de gimnasia me ha agotado bastante, y no veo la hora de terminar con el almuerzo y las dos clases que restan para poder ir a mi casa y tomar una buena siesta. Inconscientemente cierro mis ojos y me dejo llevar por las ganas de bostezar.
Pero me arrepiento de no estar mirando porque un poco después siento algo impactar contra mi hombro derecho, que reconozco como una persona que venía apurada del pasillo contrario. El empujón no es tan fuerte pero no estaba atenta y por la sorpresa doy unos pasos hacia atrás para no caerme, aunque estuve a punto una mano en mi muñeca me hace recobrar estabilidad, solo un segundo.
- Lo... lo siento -dice él, al reconocerme.
Me siento algo culpable por haberle tirado unas hojas retrasándolo cuando al parecer tenía que llegar a "X" lugar apresurado, su cabello rubio es lo único que veo porque está cabizbajo juntando sus cosas. Siento pena por él.
- Tranquilo te ayudo.
- No... no hace falta -dice... ¿Asustado? ¡Genial!, sabe que Harry es mi novio.
Aunque en realidad el instituto entero lo sabe, y es de ahí por donde viene mi falta de amigos.
- Toma -le sonrío extendiendo tres de sus hojas frente a él.
- Gracias -dice mirándome y logro ver sus ojos, el azul pálido de sus ojos.
- No es nada, ¿Cómo te llamas? -pregunto amigablemente.
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Memorias de una Madre Adolescente
Novela JuvenilLos errores son esas pequeñas dificultades que se presentan en nuestro camino, de las cuales tenemos el derecho de aprender de ellos. Pero él no era un error, él era lo que ambos debíamos afrontar juntos... pero tú, tú Prometiste que jamás me dejarí...