23 DRAGON ROJO

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Se encontraban ya en casa, y a pesar de que Yibo había entendido la situación en la comisaria, Zhan sabia que tenia que hablar con él, no podía dejar que cualquier duda o resentimiento acabara con lo más hermosos que tenía.

-Yibo... ¿necesitas que hablemos? - dijo saliendo de la cocina

-hablar? ¿de que quieres hablar? - dijo sin dejar de ver la televisión.

-Yibo!!- exclamó arrastrando un poco las palabras- hablo en serio, necesitamos hablar, no puedo dejar las cosas así! - se paró frente al televisor

-ahhh...- suspiró pesadamente y apago el televisor- bien, dime que quieres hablar- se estiro para tomar la mano de Zhan y sentarlo en su regazo

-Yibo yo... lo siento - dijo con la mirada baja

-y por que te disculpas, hiciste algo malo? - pregunto levantando suavemente su barbilla

- no era mi intención atraer la atención de tu padre, yo solo hacía mi trabajo, no creí que te afectara de esa manera- dijo un tanto apenado, pues aún no podía sacar de su cabeza lo que había dicho Yibo en su oficina. Pues, aunque es su momento no lo demostró, el escuchar que Yibo alguna vez tuvo sentimientos negativos hacia él le rompió el corazón.

-lo sé - lo miró fijamente a los ojos - se que no es tu culpa. Ahora que lo pienso, en el fondo siempre quise ser como tu-

-c-como yo? - preguntó sorprendido sentándose a su lado en el sofá

-vamos, quien no quisiera ser como tú, solo tienes veintiocho años y ya eres todo un almirante. Y ni hablar de lo demás. yo... tal vez no... tal vez no sea tan importante como cuando lo dice mi padre, pero... yo... estoy orgulloso de ti- dijo antes de sonrojarse por completo.

Zhan sintió que su corazón dio un vuelco por completo, pues las cosas no eran del todo como Yibo creía. Era cierto que se había enlistado por voluntad propia, pero nunca imaginó lo que pasaría después.

Debido al rango alcanzado durante su servicio militar, cuando ingresó nuevamente, su oficial al mando le comenzó a otorgar cada vez más responsabilidades, y podía con ello, pero cuando el comandante realizó una visita de inspección, esas que se realizan sin que nadie lo sepa, éste observó la práctica de combate cuerpo a cuerpo de Zhan y para su suerte o desgracia se interesó en él.

En cuanto tuvo la oportunidad, lo solicitó para reclutarlo en el cuartel de Pekín, en donde estaría directamente bajo sus órdenes, pues había visto potencial en él.

Zhan se sentía alagado por eso, pues no había imaginado despertar interés en el comandante, sin embargo, no fue fácil, y no esperaba que lo fuera, pero el entrenamiento fue prácticamente inhumano.

Su jornada diaria comenzaba a las cinco en punto de la mañana, y era a esta hora que ya se le veía correr alrededor del cuartel, en cierto modo no le molestaba, al estar el cuartel sobre un arrecife este está rodeado por el mar y era una vista que Zhan adoraba. A las seis en punto tomaba un desayuno ligero para a las siete en punto estar presente en su siguiente entrenamiento, combate cuerpo a cuerpo, pero a diferencia de los demás reclutas, sus entrenamientos eran a mano armada y sin piedad alguna.

Los entrenamientos eran constantes sin importar el frío o el calor, así que, con el tiempo, Zhan superó incluso a los mejores. Uno a uno supero a cada uno de sus superiores, su tiro con arco era excelente, siendo capáz de dar exactamente en el mismo punto dejando flecha sobre flecha, debido a esto su habilidad de francotirador también mejoró, haciendo honor a la frase "one shot one kill", y es ese era el objetivo del coronel. Él no vio en él, el potencial de un militar común, sino el de un arma, un arma que le sería muy útil.

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