Había un puñal que cargaba en el pecho,
la herida cerrada por dentro putrefacta,
el hedor de mi muerte lenta e inevitable.
Sus ojos traidores,
suplican ahogándose en lágrimas,
de rodillas besa mi mano entumecida,
me mira pidiendo la absolución de su mentira.Mi cuerpo muerto en vida,
no sé inmuta por su creciente agonía,
creador de su propio infierno,
le arrebato el brillo que de él se desprendía.
Me alumbro y me hago bolita,
en todos los rincones el silencio es mi compañía,
creo que cargaré todavía con la inesperada herida,
porque duele tan profundo desde ese día.
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Retazos de Melancolía
PoésieCien poemas que se escribieron en pandemia y que no necesariamente hablan de eso. Retazos de melancolía, 2020-2022. © Queda prohibida la reproducción total o parcial de este material por cualquier medio sin el previo y expreso consentimiento por es...