2. Un desconocido y un ángel.

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—Hemos tardado demasiado Elary, el Duque estará molesto.

—Me importa un rábano— dijo ella sin más.

—¡Elary!— le reprendió su madre —Eres una señorita.

—Bueno, me estás obligando a casarme ¿no tengo derecho a estar molesta?

—Pero si ni siquiera conoces al Conde de Penwood.

—Pues no quiero hacerlo, ¿cómo podría? Madre...

—Entiendo tus razones, pero no hay opciones, te juro hija que haría lo que fuera para que no sucediera... yo...

—Lo sé— respondió ella cuando miró los ojos de su madre llenarse de lágrimas —, lo siento madre.

El carruaje se detuvo violentamente, Elary se movió hacia enfrente, su madre la detuvo con sus manos.

—¿Qué sucede?— preguntó preocupada la Duquesa de Bothwell.

—Lo siento mi Lady, un inconveniente, solo tomará un segundo— el joven lacayo se alejó.

Elary, se acercó a la puerta con curiosidad y cuando menos lo pensó ya tenía los pies en la tierra.

—¡Elary! ¡Vuelve aquí!— le llamó su madre.

El camino era un terreno, no había más que árboles y hierbas. Se acercó cuando escuchó unos ruidos de esfuerzo, miró al joven lacayo y al chófer cargar un cuerpo, para dejarlo cerca del tronco de un gran árbol bajo su sombra.

Su madre venía detrás de ella.

—¡¿Qué creen que están haciendo?! —gruñó, porque no imaginaba como alguien podría encontrar a una persona en esa situación y no ayudarla.

—Mi Lady, lo movemos del camino...

—¡Ni hablar! ¿cómo pueden? ¡Necesita un médico!

—¡Elary! ¿Qué haces?— preguntó su madre, cuando se acercó al hombre tendido en el suelo.

—Ayudarlo— su madre la miró como si estuviera loca.

—Podría ser un asaltante.

—Podría— dijo ella—pero yo en este momento solo veo una persona herida y vulnerable.

El hombre que estaba tendido en el piso, no parecía un asaltante. Su camisa estaba rasgada y algunos mechones de su cabello rubio estaban llenos de sangre seca, tenía un corte en la frente, probablemente llevaba un día así o dos, y nadie lo había encontrado.

—Elary, el Conde debe estar en camino, pensará que no eres educada, si llegamos y no estamos...

Cuándo se acercó un poco más a él, pudo sentir su respiración en su mano definitivamente estaba vivo, tenía la barba de días sin afeitar, llevaba unas botas gastadas y los pantalones se habían roto hasta las rodillas, donde tenía algunos raspones.

—Maravilloso, así volverá por dónde vino. —su madre la miró molesta— bien, llevemos al hombre y podremos excusarnos por la demora.

Su madre la miró y dudó por un segundo, ella tampoco era una mala persona y miró al hombre, sintió pena por él.

—Bien, subanlo al carruaje. Elary, si tu tío se molesta...

—No me importa en lo más mínimo —miro a los dos empleados que le miraron un poco avergonzados— ustedes dos, subanlo ¿no me escucharon?

—Si mi Lady, como ordené.

Ambas volvieron al carruaje, los dos sirvientes con duda aún, subieron al hombre herido al carruaje, la cabeza de este tocó las piernas de Elary, ella pasó sus dedos por su cabello.

Un Bridgerton Con Honor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora