10. Manzana

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—¡Vamos David! tienes que decirnos. ¿Quién es ella? —David negó con la cabeza y Belinda lo golpeó con el periódico en la cabeza.

Daphne estaba bordando, pero parecía muy atenta a todo lo que sus hijos decían y hacían, mientras estaba sentada en la comodidad de su sillón individual, cerca de la ventana que permitía mirar el lluvioso día.

 —¡Ayyy! ¿Por qué tienes que golpearme todo el condenado tiempo?

—Porque soy tu hermana mayor, por eso— dijo encogiéndose de hombros. 

—Tienes suerte de estar embarazada o te golpearía también.

David miró atentamente a su hermana, tenía el cabello castaño oscuro, rizado y esponjado, era demasiado parecida a su padre, con su piel caramelo, pero no era para nada igual a él en su personalidad, era muy diferente a cualquiera de sus demás hermanos, era entrometida y muy torpe, pero tenía un gran corazón. Además el embarazo le sentaba muy bien la hacía más calmada y el color rosa le quedaba muy bonito con ese pequeño bulto marcado en su vientre. 

—David— dijo Daphne en forma de reprimenda, pero sin mirarlos; como si regañarlos fuera lo más normal del mundo y ya no importara. 

—¡David qué terrible eres!—Belinda le dio una mirada de odio, mientras se metía una gran galleta con chispas de chocolate a la boca. 

—¡Lo descubrí! ¡lo se todo! — entró con su voz cantora y despreocupada mientras le robaba el plato de galletas a su hermana mayor.

Esa era Caroline, se había dejado caer en el sillón a un lado de Belinda, llevaba un vestido morado y su sonrisa adornando la mayor parte de su rostro.

Caroline, a diferencia de sus hermanos era una copia exacta de su madre, no solo físicamente, si no en la manera de expresarse, hablar y moverse, lo que era aterrador cuando Caroline le intentaba llamar la atención de alguna manera, nunca sabia si era su hermana o su madre.

—¡Oye! —se quejó Belinda.

—¿Que dices?— preguntó Daphne, dejando de lado su bordado.

—La señorita que corteja David, madre.

—¡Que no estoy cortejando a nadie! — gruño, pero ninguna de las tres le escucho.

—La señorita Chesterfield— dijo Caroline sonriendo —no puedo creerlo, al fin estás pensando en sentar cabeza hermanito. 

—¿La hija de Lady Sharon? — preguntó Daphne sonriendo. 

—¿No es la que descalabro Aggie?—preguntó Caroline tomando otra galleta.

—¿Y seguro que vas a verla a ella? —dijo Belinda molesta, Daphne miró a su hija con confusión. 

David de pronto sintió muchas ganas de lanzarse encima de su hermana como cuando eran niños, pero recordó que era un Conde, pero sobre todo un adulto. Seguramente Belinda sabía que Lady Narcisse había estado quedándose en casa de Lady Sharon.

—No cortejo a nadie.

—Entonces la vas a ver a ella. —David la miró con asombro y molestia.

—¿A ella quién? —preguntó Caroline con confusión.

—¡No! —gruño furioso.

—Pues quién más, la estúpida de Izela Carrow.

—¡Belinda!

Daphne y Caroline pusieron sus manos sobre su boca, ambas sorprendidas. Su madre dejó caer el bordado de su regazo y luego suspiró.

—¿David? —su nombre le salió como una pregunta, Daphne miraba a su hijo fijamente, pero él le evitó la mirada. 

Un Bridgerton Con Honor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora