22. Strange

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Jueves.

-Anthony parece muy feliz, al igual que tú.- murmuró Daphne.

-Lo estamos. Cada vez que Mary está lejos, no dejamos de pensar en ella. Anthony ha dicho que ya no dejará que se vaya tantos días con Francesca. Ahora que cumple 14 años, la quiere tener más cerca, tiene una obsesión con cada cumpleaños.

David, dejó de poner atención a la conversación de su madre y su tía. Cuando cierta rubia apareció, con un vestido morado. Nunca la había visto con ese color, su piel blanca como la leche se resaltaba con ese color, sus mejillas como siempre sonrojadas y sus labios, sus labios los cuales apenas podía admirar porque no dejaban de abrirse sin parar más que un segundo, un segundo es lo que ella podía durar en silencio. Sonrió, inconscientemente.

-Se ve hermosa.

-Si- respondió él inmediatamente, sin siquiera saber quién había mencionado algo tan obvio.

David caminó hacia ella, sin apartar sus ojos de su cabello como la mantequilla reluciente, quería enredar sus dedos entre el y aspirar su aroma a manzana, el maldito aroma a manzana. ¿Por qué no podía evitar correr a ella cada vez que la veía?

-Mi Lord.

Izela, se interpuso en su camino haciendo que casi chocara con ella.

-Lady Narcisse. -No pudo evitar arrastrar sus palabras para contener un gruñido.

-¿A dónde iba con tanta prisa?

-Mis asuntos, no deberían ser su prioridad.

-Pues lo son, ¿podemos hablar? por favor. -David miró alrededor, algunas personas curiosas les miraban. Incluida su madre y su tía Kate, las cuales estaban listas para ir a su rescate solo con una señal suya.

-Le concederé dos minutos de mi tiempo, no más. Puesto que yo no tengo nada que decirle a usted. -Izela hizo una inclinación con su cabeza.

-Le veré en el jardín, a las 8:00 en punto.

Izela se alejó, atreviéndose a sonreír a la Duquesa y a la Vizcondesa, las cuales se obligaron a forzar una sonrisa que no parecía más que una mueca.

David siguió buscando con la mirada a Libia, pero había desaparecido entre la gente, no la veía en ningún lado. Sus ojos recorrieron todo el salón con cuidado, ¿a donde podría haber ido?

-¿Perdiste algo? - preguntó una voz a su espalda. -Excelencia- hizo una reverencia cuando volteo a verla.

-No- dijo sintiéndose de pronto avergonzado. -Solo veía si quedaban limonadas en la mesa.

-Claro- dijo ella con cierta ironía -por supuesto.

-De verdad- dijo él.

-De mi no escuchará lo contrario- repuso ella.

David no pudo evitar sonreirle, se sentía como un idiota ante su presencia. Llevaba el cabello recogido de la misma manera que la primera vez que bailó con ella, cuando Alexander los dejó en esa pista de baile. Nuevamente su estómago se contrajo al pensar que ella estaba interesada en su primo.

-Libia- murmuró en voz baja, pues no era correcto que un caballero llamara por su nombre de pila a una señorita noble sin ser su esposa. -¿Cómo se encuentra?

-Me hice 21 libras más rica, le aseguro que maravillosamente bien- ella había hecho ese gesto coqueto con sus ojos, ese que hacía inconscientemente y que tanto le gustaba a él.

-Le pregunto de verdad. -Realmente se había preocupado por ella. -¿Sabe? no siempre debería bromear con su estado de ánimo, a veces sentirse mal está bien.

Un Bridgerton Con Honor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora