3. La propuesta

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Flashback.

—No me parece correcto lo que haces… —Lorelay estaba mirando fijamente a su prima. 

—No te parece correcto, porque lo quieres para ti ¿no?— Florinda se acercó a ella mirándola a los ojos —admitelo, admite que te gustaría tener las atenciones que el Señor Bridgerton tiene conmigo.

—No, para nada.

Su mirada volvió a centrarse en el piano y la melodía interrumpida, estaba molesta y sentía un gran dolor en su corazón. 

Había escuchado a su prima reírse en voz baja, Florinda la tomó de la mano y la hizo girar nuevamente para verla a los ojos, la nota musical se detuvo. 

—No te metas en mis asuntos, te lo advierto. 

—¡Suéltame! Suficiente tengo con saber la crueldad que han planeado. Él no te ha hecho nada, no lo merece. — Se había puesto de pie, estaba molesta. 

—¿Estás enamorada?— soltó una carcajada y la soltó finalmente —la pobre Lorelay, siempre buscando atención. Marginada de la sociedad si supieran tu origen… ¿cómo podrías atreverte siquiera a mirar a un hombre como él? Mírate, ni siquiera el ajuste del corset hace que te veas bien. 

—¡Basta! No importa lo que digas. Terminaré esta farsa de una vez por todas. 

Lorelay se puso de pie, dispuesta a hablar con la verdad, incluso si Charles terminaba odiandola por eso, su voz había sido determinada y cargada de coraje. 

Charles… ¿cómo no se iba a enamorar?

La primera vez que lo vio fue cuando cursó su segunda temporada social, se había quedado maravillada con el baile que había organizado la Vizcondesa Bridgerton para celebrar el cumpleaños de uno de sus hijos.

Estaba cerca del mural, escondida entre las madres y solteronas… entonces apareció él, con porte, y su cabello corto, un traje negro y atravesó el salón con una gran sonrisa, había pasado por su lado y le había dicho "Buenas noches señorita" la había notado, por primera vez alguien se había fijado en ella. 

La emoción de la noche no había terminado ahí, él fue el primer hombre que la había sacado a bailar, sabía que eso se debía más que nada a su tía Penélope Bridgerton, pero no importaba. Porqué después, se había vuelto una costumbre, no una obligación, ella podía bromear con él e incluso platicar de nada, por un segundo habían sido amigos, y él la notaba… pero no fue eso lo que la había cautivado, si no una noche en especial, cuando el doctor Charles Bridgerton, la dejó en medio de una pista de baile cuando escuchó de un sirviente, que un niño de 6 años de pocos recursos estaba entre la vida y la muerte, no había dudado ni un segundo en ir a socorrer al pequeño, entonces ahí… su corazón latió con fuerza y entendió, que había cosas que simplemente sucedían, como el amor. 

Un año después sus ojos dejaron de enfocarse en ella, ¿cómo no hacerlo? Su prima rubia y hermosa por sí sola, había debutado. Aunque siempre la notaba, en algún punto, solía sonreírle o saludarla, incluso si podía y nadie se interponía le guardaba un baile. 

Pero ahora se encontraba en esta situación tan desgraciada. 

—Ni se te ocurra Lorelay o te juro que todo mundo se va a enterar que eres una bastarda. 

Lorelay se detuvo, no porqué tuviera miedo de que se supiera la verdad, sino porqué tenía miedo de que Charles supiera la verdad.  ¿Qué pensaría él? Su familia… 

—Si lo dices te arruinaras a ti misma también. 

—Lord Country cuidara de mí, me lo ha prometido— dijo su prima molesta— se casará conmigo. 

Un Bridgerton Con Honor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora