Un Bridgerton Con Honor

24. Pasión

Habían pasado tres días desde que hicieron un pastel juntos, cinco desde que se besaron. Charles no le había dicho absolutamente nada después de eso, de hecho había pasado un buen tiempo encerrado en su habitación haciendo sabrá Dios qué cosa.

—Charles está estudiando, él siempre está haciendo eso.

Solía decirle muy a menudo Amanda cuando la miraba mirar hacia las escaleras, no podía evitar ruborizarse, parecía una niña desesperada esperando por verlo aparecer. Por las tardes el caballero de sus sueños iba al pequeño pueblo cercano, donde su tío Nicholas Rokesby, ejercía como médico a lado de su esposa. 

La tía Georgie le había mandado un recado, una familia quería una doncella como institutriz, pero no querían a alguien tan joven; sin embargo a pesar de sus 22 años decidieron darle una oportunidad. Partió entonces a las nueve de la mañana a Mere Hall, casa de una familia noble. 

—¿De verdad no quieres que vaya contigo? 

—Muchas gracias Amanda, pero no quiero molestar más de lo que ya he hecho. Además necesito hacer esto sola, te quiero —se atrevió a decir. 

—Lorelay—la prima de Charles acarició su mano— yo también te quiero, de verdad me hace feliz que estés con nosotros, haces feliz a mi familia. —una sonrisa se extendió en su rostro. —Haces feliz a Charles. 

Sus mejillas se sonrojaron ligeramente, intentó acomodar el sombrero pero era evidente. Estaba segura que antes había sido demasiado cuidadosa con no mostrar su corazón, pero ahora parecía transparente, todo en ella gritaba devoción. 

—Yo soy muy feliz de estar con ustedes, Charles ha sido un buen amigo para mí, lo sabe. Estoy feliz de que él encontrará su lugar, pero yo debo encontrar el mío. 

Después de una despedida, Amanda vio partir el carruaje. No entendía que pasaba por la mente de Charles, pero si no se movía pronto perdería a esa mujer y estaba segura que Lorelay era de esas chicas que solo suceden una vez en la vida. 

El camino fue silencioso, llevaba un libro con ella para aligerar los nervios. Era un libro de Colin Bridgerton, un tío de Charles, que escribía sobre sus numerosos viajes, siempre le había gustado leer sobre ellos para alejarse de la realidad que vivía para ir a una donde ella podía elegir donde estar. Incluso, en un baile tuvo la oportunidad de platicar con dicho autor, donde conoció a su esposa, Penelope Bridgerton, desde entonces la acogió en cada reunión, guiándola a Charles y desde aquellos días, ese caballero siempre guardaba un baile para ella. Por supuesto, eso era cuando estaba en Londres, cuando pertenecía ahí.

—Mi Lady, hemos llegado. —Le anunció el cochero, ella sonrió. 

—Puedes esperar dentro del carruaje, no tardaré mucho pero no por eso debes quedarte en el sol.

El joven cochero hizo una inclinación con su cabeza, sus mejillas se habían sonrojado. No era más que un chiquillo de diecisiete años que había reemplazado a su padre en el puesto. 

La ayudó a bajar del coche. 

Acomodo su vestido y se aseguró de que su gorro estuviera bien puesto. Tomo las dos cartas de recomendación que tenía, una por Georgie Rokesby y la otra por Amanda Farraday. Con su estómago haciendo estragos se acercó a la puerta y llamó, pronto fue recibida por una criada igual de joven que el cochero de Amanda. 

—Le están esperando mi lady. — murmuró la joven. —Permítame— Lorelay le dio su sombrero y la siguió por el pasillo. 

Doblaron en una esquina a un cuarto frío, parecía esa clase de habitación terrorífica de historias de miedo. No había más color que el caoba, muchos estantes de cristal y mantelería muy vieja, todo era demasiado antiguo parecía que estaba en una corte francesa y ella odiaba el estilo barroco ostentoso o tal vez era que ella prefería lo simple.