17. Juego de Honor.

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El último baile donde había estado apenas y rozaba su memoria.

Deseaba marcharse de ahí.

Nunca se había caracterizado por ser el primero en llegar a una reunión que incluyera mujeres solteras y madres desesperadas, generalmente se escabullía con alguno de sus primos por ahí, pero ahora estaba solo; era un Conde. No era Alexander. 

Llevaba puesto un traje negro, elegante, con corbata dorada a juego con el vestido que llevaba su casi falsa prometida. Estaba impaciente, dudaba que hubiese alguien que pudiera reconocerlo, pero no quería llevarse una sorpresa, se había colocado entre las sombras, cerca de los floreros, ese lugar donde la gente normalmente no volteaba a ver o eso creía.

—Mi señor.

Una joven de belleza excepcional le sonrió, la recordaba. Elary la había puesto en su lugar de manera magistral en la tienda, cuando habían ido al pueblo más cercano a comprar. 

—Señorita ¿está sola? no es correcto que le vean conmigo sin compañía.

—Estamos en Escocia, no tenemos reglas tan estrictas aquí. Dicen que es el invitado de los Duques, me puedo permitir preguntar ¿cómo va su estancia? 

—De maravilla. —dijo él con simpleza. 

—¡Estupendo! Disculpe mi atrevimiento...

Ahí venía la pregunta incómoda.

—¿Esta comprometido mi Lord?

—Si—  dijo rápidamente —pero le suplico no se lo diga a nadie, es un secreto.

—Bueno, ¿pero es seguro? Mi padre— dijo ella — es amigo del Duque, creo que hoy iban a hacer un negocio. Bueno, como mujer no se mucho, pero siempre me ha parecido interesante todo lo que… eh, tiene que ver con negociar. —parecía perdida en su propia conversación — Tengo una gran dote—añadió.

Alexander miró alrededor, no había forma de escapar de ella, al menos no una educada. Había algo que había llamado su atención, el negocio que iban a cerrar, quería averiguar de qué se trataba.

—Si me disculpa, debo ir a buscar a Lady Bothwell. 

—Por supuesto— dijo ella entre dientes, haciéndose a un lado para dejarlo pasar. 

Pero su paso en ningún momento se dirigió a la pista de baile. 

Elary, miró a lo lejos al Conde hablar con Scarlett Runway, pero le había parecido la conversación más fugaz de la historia porque él se marchó rápidamente dejándola sola, pudo notar la cara de desagrado en la cara de esa bruja, sintió una satisfacción interna. 

No le interesaba en absoluto a dónde se dirigía el Conde, de verdad no o eso quería hacerse creer así misma. No pudo evitar seguirlo; salió con mucho cautela por la terraza del primer piso hacia el jardín trasero de la casa, parecía buscar algo, iba de manera silenciosa y sigilosa.

Esperó un momento antes de seguirle el paso, no quería que se diera cuenta que le estaba siguiendo, su vestido se rasgó con una rama, no pudo evitar hacer una mueca de desagrado se había hecho un pequeño corte en la pierna. 

Cuando finalmente llegó al jardín trasero de la misma manera en que él lo había hecho, se dio cuenta que su tío el Duque y el padre de Scarlett estaban charlando mientras unos hombres bajaban cajas de madera de uno de los carruajes que ella reconoció inmediatamente, eran de su familia. 

—¿Joyas de la corona? 

—De primera mano, no me fue fácil conseguirlas.

—¿Tuviste que matar a alguien? 

Un Bridgerton Con Honor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora