15. Comienzo

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—Llegas aquí con una señorita y me dices que no me preocupe, ¿como esperas eso? —Su prima aun seguía mirándolo como si se hubiese vuelto loco. 

—Amanda, quiero que la ayudes a conseguir un trabajo como institutriz—ella arrugó su nariz en un gesto de desaprobación— Amanda… por favor.

Su prima tomó aire y luego lo dejó salir muy lentamente.

—Bien— dijo exasperada— pero quiero una explicación Charles y es en serio. —Charles nuevamente le miró con confusión, ¿qué explicación deseaba? 

—Es una dama en apuros y yo soy un caballero, no creo que necesites una explicación más que esa, necesita ayuda.

—Una señorita que huyó de su casa Charles, una señorita de alta cuna, ¿sabes lo comprometido que estarás si saben que la ayudaste? 

—Ya te he dicho que no se ha fugado de su casa, ella misma te lo dirá. Necesita apoyar a su familia, es una coincidencia solamente que yo la haya encontrado. —Amanda lo miraba como si no le creyera ni una sola palabra, pero decidió que ese sería el problema de su prima. 

—Bien, pero si algo sale mal…

—No será así, porque cuenta contigo y la apoyaremos, encontrará un trabajo y quedará olvidado el asunto una vez que se establezca y pueda ayudar a su familia. —Amanda lo miró con seriedad.

—Sabes que no hay nada que no haría por ti Charles Bridgerton.

No pudo evitar sonreírle a su prima, ella seguía aún un poco regia, pero de todas maneras le devolvió la sonrisa negando con la cabeza.

—Creo que algo bueno saldrá de esto, nunca te había visto tan caballeroso con nadie.

—No, borra esa expresión de tu rostro, porque no está sucediendo.

—Vamos, para ser un hombre que no está interesado en una dama que dices—Amanda movió sus dedos creando comillas— “no se escapó”, pareces demasiado despreocupado, como si no te interesara ser atrapado con ella. 

—Estás un poco loca, ¿sabes? 

Amanda golpeó su hombro, él volvió a sonreír, eran esas dignas de un hijo de Benedict Bridgerton, ladeada hacia el mismo lado, y los hoyuelos formados exactamente de la misma manera. 

Se escucharon unos pasos corriendo por el pasillo y no se hizo esperar el ruido de unas pequeñas vocecitas que venían riendo por el pasillo vacío. Charles sonrió enormemente cuando una hermosa niña de cabello rizado y un gran semblante de salud se lanzó a sus brazos y tras de ella su hermano.

—Madre, la señorita Lorelay es maravillosa— dijo Neil y Elisa que seguía en los brazos de Charles asintió. —Sabe matemáticas, me ayudó con mi tarea y entendí todo. —Amanda miró con asombro a su pequeño, le costaba un poco comprender los números. 

—¡Siiii! y sabe juegos nuevos madre, nos ha enseñado a jugar a los congelados. —añadió Elisa con una sonrisa. 

—¿De verdad? — preguntó Amanda — entonces ¿por qué la dejaron sola? 

—Dijo que quería un poco de aire, salió. —dijo Neil.

Charles la encontró sentada al pie de la escalera, mirando hacia el cielo. Parecía sumergida en sus pensamientos, aún tenía el cabello hecho nudos, nunca había visto un cabello tan desastroso y rebelde. 

—Neil dice que usted es muy buena con los números. —Lorelay se volvió para verle.

—Bueno, soy inteligente— dijo ella sonriendo. —Estaba muy sorprendido ¿sabe? dice que solo conoce a tres mujeres buenas con los números, su abuela, su madre y a mí.

Un Bridgerton Con Honor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora